Dame una Compañera

En las sagradas escrituras, como le llamamos quienes creemos en un Creador Supremo; en el primer libro -Génesis o principios de lo creado-; se narra cómo se creó el mundo existente, este tiene lo necesario para que el Ser humano pueda vivir, además a ese primer Ser, el Creador le dio una compañera idónea; porque dijo el Creador: -no es bueno que el hombre este sólo. Teniendo esto como base, en un dialogo del personaje -el Monstruo- dentro de la obra de Mary Shelley, titulada: Frankensteín o el moderno Prometeo, escrita Suiza en 1816; el monstruo es quien reclama a su creador:

“De las manos de Dios había salido una criatura perfecta, próspera y feliz, protegida por el especial cuidado de su Creador; se le había permitido conversar con seres de naturaleza superior y adquirir de ellos su saber; en cambio, yo era desdichado, estaba desamparado y sólo” -Mary Shelley-

Sí, se le puede llamar tierno e inocente monstruo, quien fuera creado con restos de cadáveres humanos. La obra en sí fue un éxito, siendo la primera novela en el campo de la ciencia ficción; siglos después la escritora sigue siendo recordada.

El 30 de agosto, la comunidad literaria recuerda el aniversario del nacimiento de su colega Mary Wollstonecraft Godwin, quién firmó con el seudónimo Mary Shelley, por el apellido de su esposo; nació en Town Londres el 30 de agosto de 1797. Caracterizándose en el estilo novela gótica. Frankenstein es considerada como la primera obra de ciencia ficción. La fama universal de la narrativa de Frankenstein, ha sido adaptada a obras de teatro y al cine por varios directores. Mary es reconocida entre los mejores escritores y poetas ingleses.

El siguiente dialogo del Monstruo, nos debería llevar a reflexionar, cuándo no somos responsables con nuestras creaciones, trátese de un hogar, de unos hijos, de una empresa: “¡Insensible, despiadado creador! Me habías dotado de percepción y de pasiones, y luego me habías arrojado al mundo para desprecio y horror de la humanidad. Pero sólo a ti podía recabar piedad y desagravio, y en ti decidí buscar esa justicia que en vano trataba de obtener de cualquier ser con forma humana” -Mary Shelley-