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La mirada de Analia.

El día que nació mi hija fue el más feliz de todos, llegaba para completar esta pequeña familia, una que se había formado en desaprobación; mis padres se oponían ya que decían que mi mujer sería la causante de mi fracaso, por otro lado su familia decía que yo era un mal hombre que causaría desgracias a su pequeña niña.

Claudia y yo nos fuimos lejos al saber que seríamos padres, fue difícil y la inexperiencia nos jugaba en contra en muchas cosas, Claudia recién cumplia los 17 años y yo tenía 20 años, una menor de edad siendo una madre, aún recuerdo esas palabras se su madre y la mía.

Mi mujer siempre alegre y con palabras de aliento me animaba a continuar, aún cuando sentía que se me agotaban las fuerzas, la verdad es que la juventud no ayuda mucho al cansancio mental.

Claudia siempre me repetía, -ánimos Julian saldremos adelante, tenemos un motor de amor que nos impulsa a seguir-, cuanta razón en esas palabras, nuestro motor de amor nos hacía continuar entre cada tropiezo que dábamos.

Llegamos al séptimo mes de embarazo y la alegría de saber que tendríamos una niña nos hizo inmensamente felices, empezamos a buscar nombres pero al final decidimos a ver su rostro y así saber cuál sería su nombre, lo que sí sabíamos es que aquella pequeña bebé sería amada y protegida por sus inexpertos primerizos padres.

Después de mucho luchar había encontrado un buen trabajo el cual compatibilizaba con mis horarios de universidad, Claudia seguía estudiando desde la casa y seguía obteniendo muy buenas notas, me siento orgullosa de mi pequeña esposa.

Entre toda esta felicidad que sentíamos había un dejo de tristeza, sobre todo por parte de ella, se que necesitaba a su madre, tantas cosas nuevas que sentía sin poder compartirlas, varias veces la descubrí marcando su número telefónico solo para escucharla hablar, luego lloraba y secaba sus lágrimas mientras acariciaba su barriga.

Habíamos llegado al noveno mes y mi Claudia comenzó con el trabajo de parto, toda una guerra valiente, nunca grito ni menos lloro, respiraba profundo y rápido mientras tomaba mi mano y decía que todo estaba bien, nunca le pregunté si le solía, con solo ver si cara lo notaba, admire mucho más aún a la mujer que tenía a mi lado.

Entramos al pabellón, me dieron ropa especial y entre, estaba ahí a su lado y se repente lloro, ahí estaba nuestra niña, con sus ojos de esmeralda, hipnotizante mirada llena de amor, traspasaba tu cuerpo y llegaba directo al alma, la enfermera admirando a nuestra niña preguntó, -cuál es su nombre-, ambos la miramos y dijimos -ANALIA-.

No se como llegaron nuestros padres y al ver a nuestra bebe ocurrió un milagro y el amor emergió, la mirada de Analia hizo una magia especial y las rencillas pasadas y la incomprensión cambió por infinito amor.

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Analia's gaze.

The day my daughter was born was the happiest of all, she came to complete this small family, one that had been formed in disapproval; My parents objected since they said that my wife would be the cause of my failure, on the other hand, their family said that I was a bad man who would cause misfortune to their little girl.

Claudia and I went far away knowing that we would be parents, it was difficult and inexperience played against us in many things, Claudia just turned 17 and I was 20 years old, a minor being a mother, I still remember those words. his mother and mine.

My wife, always happy and with words of encouragement, encouraged me to continue, even when I felt my strength was running out, the truth is that youth does not help much to mental fatigue.

Claudia always repeated to me, -Julian, we will get ahead, we have an engine of love that drives us to continue-, how right in those words, our engine of love made us continue between each stumble we gave.

We reached the seventh month of pregnancy and the joy of knowing that we would have a girl made us immensely happy, we began to look for names but in the end we decided to see her face and thus know what her name would be, what we did know is that that little baby would be loved and protected by her inexperienced first-time parents.

After a lot of struggle I had found a good job which was compatible with my university schedule, Claudia kept studying from home and kept getting very good grades, I am proud of my little wife.

Among all this happiness we felt there was a hint of sadness, especially on her part, I know that she needed her mother, so many new things that she felt without being able to share them, several times I discovered her calling her phone number just to hear her speak, then she cried and dried her tears as she stroked her belly.

We had reached the ninth month and my Claudia started with labor, a whole brave war, I never cry or cry, I breathed deeply and quickly while holding my hand and said that everything was fine, I never asked her if she used to, with just To see if Cara noticed it, I admired the woman next to me even more.

We entered the pavilion, they gave me special clothes and I came in, I was there next to her and she suddenly cried, there was our girl, with her emerald eyes, hypnotizing gaze full of love, pierced your body and came straight to the soul, the nurse admiring He asked our girl, -What is her name?-, We both looked at her and said -ANALIA-.

I do not know how our parents arrived and when seeing our baby a miracle happened and love emerged, Analia's gaze did a special magic and the past quarrels and misunderstanding changed for infinite love.

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