Tengo un recuerdo muy bonito con mi hijo. En una oportunidad nos fuimos a acampar en un parque cerca de la casa, le gustaba el contacto con lo natural, supongo que en buena parte ha sido aprendido, es algo que también disfruto mucho.
Resultó que al caer la noche las luciérnagas empezaron su espectáculo de iluminación, a lo que mi hijo sorprendido y emocionado ante tal festividad natural me dijo:
¡Mira papá, tenemos el cielo con sus estrellas aquí cerca!
Quedé maravillado su explicación al evento, así que decidí seguirle el juego a su inocencia, y no dañar el momento con explicaciones que en relación a la luminiscencia de algunos animales, así que, sencillamente seguí su orden de idea con lo siguiente:
Si hijo, esa era una de las razones por las que quería venir contigo a este sitio, en realidad es un parque mágico, pocos lo saben, porque nadie busca la magia en un lugar natural, siempre lo buscan en otras cosas, en la televisión, por ejemplo.
Cuando actuamos de buena intención y cuidamos lo naturaleza, ella nos premia con estas maravillas, mostrando cosas que no todos pueden ver. (Mientras comento, mi hijo me veía con una mirada sorprendida). Una vez que termine de explicarle las razones de porqué estábamos aquí y la naturaleza nos regalaba ese espectáculo, se quedó sentado contemplando, disfrutando.
Sé que más tarde en su vida sabrá que realmente son luciérnagas haciendo lo que saben hacer, pero por ahora, prefiero que se quede con esa imagen, no coartar ni su inocencia ni mucho menos su creatividad con cosas de adultos.
Este es un corto ejercicio literario realizado a partir de la imagen principal.
