Gustosamente comparto con ustedes mis comidas del día 23 de octubre. Como siempre me estoy despertando a las 6:00 de la mañana. Después de varios meses tratar de despertarme temprano, para que me rindiera el día y al fin lo he logrado. Desde que estoy compartiendo varias actividades con mis compañeros de la tercera edad, donde tenemos variedad de actividades todas las mañanas, nada más de pensar en lo bien que la paso, me despierto temprano y bastante animada.

Pero ese día me quedé dormida, al despertar, todos habían salido a sus rutinas de trabajo. Mi hija me dejó el café hecho y una nota que decía: «Mamá no te quisimos molestar, continúa durmiendo te queremos mucho». Mantuve la calma, un día que llegue tarde no es un pecado. Realicé mi aseo personal, me vestí para salir, calenté el pan con mantequilla y queso me dejó preparado mi hija y me lo tomé con café con leche tenía tiempo no desayunaba tan sabroso.

Siendo las 11:00 de la mañana de regreso a casa, me comí dos cambures, eran pequeños y tenían buen sabor. En mi casa todos tenemos el hábito de comer cambures a cada momento, cuando no tenemos dinero para comprar estamos incómodos, el señor del abasto ya nos conoce ayer me dijo: «Cuando no tenga para comprar se los lleva fiaos y cuando pueda me los paga». Menos mal tenemos esa alternativa jejejeje.

Para el almuerzo monté a cocinar unas caraotas negras, mientras se ablandaban, me puse a ordenar la casa, a veces llega una visita de improvisto y es mejor que me agarren con la casa ordenada, ordené la cocina y luego revisé y respondí algunos mensajes me habían enviado al celular. Al estar listas las caraotas las aliñé, las acompañé con pasta corta, plátanos fritos, queso y un vaso de jugo de guayaba.

Para la cena me preparé una arepa bastante delgada, acompañada con carne molida, zanahoria y queso rallada y una taza de manzanilla. Doy gracias a Dios de todo corazón por haber tenido la oportunidad de tener mis comidas del día y pido que también en otros hogares nunca les falte sus alimentos.