PRIMERA PARTE

El reporte del clima decía que llovería toda la noche, algo que ya había sucedido antes, sin embargo, la lluvia no solo fue prolongada, también había sido intensa, a lo que se le suma que ha llovido desde hace varios días.

Eso fue lo que Tomi, un poco pasado de copas, supo antes de irse a dormir esa noche. Al otro día, al despertar de un profundo sueño, escuchaba gritos, sirenas, y un ruido constante de agua, aunque ya había dejado de llover. Cual fue su sorpresa, que al asomarse por la ventana de su habitación, observó como la calle había desaparecido para dar lugar a un río impetuoso.

Todo estaba inundado, no lo podía creer, en ese preciso momento se acordó de su familia, quienes vivían calle abajo y hacia donde iba toda esa agua con brutal fuerza. Tomó el teléfono para llamar a sus padres pero las líneas estaban muertas, se puso su uniforme de bombero y bajó las escaleras, el agua le llegaba por arriba de las rodillas, salió a la calle y...

SEGUNDA PARTE

Pobre Tomi, se le hacía difícil correr por la calle abajo enredado entre la corriente de agua lodosa que formaron las lluvias torrenciales. Le dolía la cabeza, pero su desesperación lo hacían superar la puntada que le atravesaban sus sienes. “No debí haber bebido. Yo no soy bueno para la bebida porque lo que me sale de allí es una resaca de los mil demonios. Quiera Dios que mi familia esté bien, aunque por lo que veo, de seguro que el agua penetró en nuestra casa”.

Eran cinco cuadras lo que había que recorrer, cinco largas cuadras similares a cinco años o a cinco siglos. Había gente por doquier. Personas de todas las edades. Ancianos, hombres y mujeres con rostros de angustia. Sin embargo, había niños que aquella situación les parecía divertida y se lanzaban al agua como si de un balneario se tratara. Por aquí y por allá había animales nadando: perros, gatos e incluso gallinas.

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Una anciana se asomó en la puerta de una casa y le dijo:

• Señor, señor. Necesito que alguien me ayude.

• Dígame, señora. ¿En qué le puedo ayudar? -le dijo Tomi con su voz ahogada de cansancio.

• A mi esposo le ha dado algo. Se acabó de desmayar.

• Vamos a ver.

Como buen bombero, Tomi examinó al anciano que estaba bocarriba sobre una mesa y procedió a aplicarle el método de reanimación cardiopulmonar y en efecto, el hombre fue rescatado de la muerte.

• Traten de llevarlo rápido al hospital -le dijo a la mujer al reanudar la carrera.

Pero por desdicha, a medida que avanzaba, el nivel de las aguas siguió aumentando y le llegaba a la cintura, por lo tanto, correr se le hacía más difícil, pero allá iba, sin detenerse.

Hasta que por fin llegó todo angustiado al frente de su casa donde, felizmente, le esperaban sentados sobre la azotea: su esposa, sus dos niños y Firulais. En ese instante respiró profundo y sintió que la puntada de cabeza que traía le desapareció como por arte de magia.

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_{Invitación: @almacaridad, @oneray, @magavic}