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La Puntualidad

El ser humano en la medida en que se va formando va adquiriendo un conjunto de actitudes que lo harán distinguirse dentro de todos en la sociedad en la que se desenvuelve. Una de esas virtudes que en toda persona debería cultivarse es la puntualidad que consiste en poseer el hábito de estar a tiempo para asumir sus compromisos previamente adquiridos.

En una oportunidad me tocó presenciar en una iglesia un matrimonio que no llegó a celebrarse y el motivo fue porque la boda estaba pautada para las siete p.m. y la novia llegó a las ocho de la noche, lo que condujo al sacerdote a posponerla por la impuntualidad de esta.

Quizás nos parezca descabellado pero a título personal considero que la lección que recibió esta pareja aunque fuera drástica fue necesaria y correctiva y de seguro les ayudó para que en el futuro fuesen más puntuales.

Cuando tenemos el mal hábito de la impuntualidad vendemos una imagen negativa de nosotros mismo, que demuestra un mal uso de nuestro tiempo y una completa desorganización de nuestra vida. Y lo peor de todo es que no solo malgastamos nuestro tiempo sino que jugamos con el de los demás.

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Para poder ser puntual es necesario planificar bien nuestro tiempo de manera que en nuestra agenda personal organicemos cada segundo, minuto y hora para poder cumplir con todos nuestros compromisos en el horario planteado.

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Una persona que por principios es puntual ya tiene ventaja sobre otros porque crea cierta confianza, precisamente por la reputación que se va gestando.

A nivel personal, como soy educador y dentro de la institución donde me desempeño estamos capacitando a jóvenes para el campo laboral, intento fomentar la disciplina en relación al hábito de la buena puntualidad y para ello intento por todos los medios ser el primero en dar el ejemplo llegando a la institución media hora antes.

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Cuando se tiene moral es posible exigir, y por ello a mis participantes les pido llegar siempre puntuales, cuando por algún motivo llegan tarde, ellos saben que no tienen derecho a reclamar para que se les coloque la asistencia, sin embargo, suelo colocar una pequeña marca para saber que ese día llegó retardado, y si durante la semana no se vuelve a repetir la impuntualidad, recuperan esa inasistencia. Este método me ayuda a ver con claridad si el estudiante llega tarde por mal hábito o por el contrario por una situación fortuita ajena a su responsabilidad.

A la una en punto siempre el grupo de participantes del Curso de informática se suele ver a la espera que se les abra el salón de clases para entrar a su respectiva clase y el que llega tarde, si hubiese un caso, ya sabe a qué atenerse. Cuando estos jóvenes lleguen al campo laboral agradecerán estas medidas disciplinarias porque ahora serán ellos los que den el ejemplo de cara a los demás.

La puntualidad debe ser un valor que fomentemos siempre si queremos una sociedad pujante y productiva.