Portada editada en PowerPoint con foto de Pexels
Carlos es uno de esos vecinos que todos tenemos, despreocupados, egoísta, insensible y audaz para aprovecharse de los demás para beneficio propio. Esa semana en el sector no hubo el servicio de agua potable por daños en el acueducto principal y a pesar que la urbanización contaba con un gran tanque subterráneo se recomendó no malgastar el agua en cosas innecesarias porque no se sabía cuanto tardaría la reparación del servicio.
Esa mañana Carlos se dio su buena ducha de más de media hora sin cerrar el chorro y por la tarde al llegar del trabajo como notó que su carro estaba un poco sucio, instaló la manguera a la toma principal del tanque y se puso a lavar el auto gastando mucha agua. Un vecino que lo vio haciendo esto le llamó la atención pero él como siempre no le prestó atención.
Esa tarde, uno de los borrachitos que solían reunirse al frente del complejo urbanístico donde vivía Carlos, fue a venderle un neumático justo del modelo que usaba su coche y Carlos aprovechando que el hombre lo estaba vendiendo para ingerir licor, le dio unos cuantos billetes de baja denominación aún sabiendo que tal vez la llanta era robada.
El borracho le vendió un neumático a Carlos-Pexels
Dos días después, el mismo hombre fue a ofrecerle una caja de herramientas y aunque él tenía una idéntica y sabía que tenía un valor sobre los 200 $ le ofreció 20 $ y el borracho no le quedó más que aceptar.
De esta manera pasaron varios días y cada vez que el borracho le llevaba algo, él se aprovechaba del vicio de aquel hombre y le pagaba lo que él quería.
Una tarde cuando volvía de su trabajo uno de los neumáticos se le espichó y se detuvo para cambiarlo, pero cuando abrió el maletero del coche se dio cuenta que ya no estaba su rueda y que alguien la había sustraído. Indignado por el robo del que había sido víctima proliferó unas cuantas palabrotas y cuando se calmó llamó a un amigo para que lo auxiliara y al llegar a la casa fue a buscar el neumático que le había comprado al borracho y al detallarlo notó que este era en realidad su propio neumático, ya que este tenía unas muesca de un lado que él por imprudente se la había hecho al caer en un hueco mientras conducía.
Notó que la caja de herramienta era la suya-Pexels
Como se dio cuenta de que el borracho le había vendido su propio caucho pensó que tal vez la caja de herramientas y las otras cosas que se parecían a las que él tenía podían ser de igual manera suya y tras buscar en la maleta de su carro su caja de herramientas notó que tal como lo sospechaba lo era porque la caja de herramienta no estaba y la que le había comprado al borracho y tenía en su apartamento era en realidad la suya.
Tuvo deseo de ir a buscar al borracho timador, para hacerle pagar su fechoría, pero se recordó lo que su esposa le dijo antes de dejarlo, que por ser un sinvergüenza aprovechado tarde o temprano lo pagaría en carne propia y se sintió culpable porque la vida siempre regresa lo que le damos.
Al día siguiente al salir de la residencia intentó localizar al borracho, pero los otros vagabundos que se reunían con él les dijeron que la hija de él lo había visitado y lo había convencido de que se fuera a vivir con ella a la otra ciudad ya que ahora tenía su propio apartamento y de esta manera podrían empezar de nuevo.
Como pensó que los borrachos estaban inventando la historia para cuidarles las espalda a su compañero, les llamó mentiroso y estos molestos lo golpearon dejándolo en el suelo enlodado por la reciente lluvia.
Cuando Carlos pudo se levantó de su coche y regresó a la residencia para darse una ducha y cambiarse, pero cuando abrió el grifo no le salió ni una gota de agua y en ese momento alcanzó a escuchar en la radio que el vecino tenía encendida que el daño en la planta del servicio de agua era muy grave y que tardarían quizás siete días más en reponer la turbina dañada y para colmo en el tanque subterráneo ya se había agotado el agua.
Carlos supo entonces que somos víctimas de nuestras propias decisiones y todo lo que hacemos tiene sus consecuencias.
