La Magia de Estar Solo: ¿Por Qué Alejarse Puede Ser tu Mayor Fortaleza?

Desde mi perspectiva, no hay mejor compañía que la soledad; Estar solo, representa ese momento mágico donde me encuentro conmigo mismo, y puedo decirme cosas sin condenarme, y responderme sin justificar mis acciones. Estar solo conmigo mismo, es la más grata compañía que pueda existir en cualquier lugar del mundo donde nos encontremos.

Y es que en los momentos de reflexión profunda, suelo alejarme de la rutina y buscar lugares solitarios que los considero especiales. Es mi forma de reconectar conmigo mismo, de examinar mi propio valor y de reconocer cuánto poder estoy desperdiciando al no estar presente en el aquí y el ahora.

Cuando enfrento problemas con mi pareja o con amigos cercanos, me doy ese espacio para entender dónde he cometido errores y cómo las circunstancias han alterado mi estado de ánimo.

La verdad es que, en esos momentos de soledad, me doy cuenta de cuán fácilmente permito que las emociones nublen mi visión y me envuelvan en una especie de ambiente sombrío. Los libros de crecimiento personal que he leído, han sido mis faros en la oscuridad, recordándome que el verdadero valor no está en las cosas que me afectan, sino en mi capacidad de estar presente en donde se me valora.

Recuerdo una vez en particular, cuando una discusión con mi pareja me dejó abatido. ¡Qué momento fue ese! Sentí la necesidad de escapar a un rincón tranquilo, lejos del bullicio y de las palabras hirientes. Me senté en un banco en un parque solitario, con el viento acariciando mi rostro, y me pregunté: “¿Por qué permití que esto afectara tanto mi estado de ánimo? ¿Dónde está el valor que tanto busco?”

En ese silencio, comprendí que mi valor no está en las situaciones que me perturban, sino en mi capacidad de estar presente con quienes me aprecian y de compartir mi amistad con quienes la necesitan.

¡Qué lección tan magistral me estaba dando yo mismo!

El amor y la amistad son regalos que se deben ofrecer a quienes realmente los merecen.

No podemos seguir desperdiciando algo tan valioso como nuestro tiempo y nuestra atención con las personas equivocadas, con quienes no nos valoran ni están dispuestos a hacer lo que nosotros estaríamos dispuestos a hacer por ellos.

¿Acaso podemos dar a otros el amor que no nos damos a nosotros mismos?

Pienso que las palabras de Jesús fueron bastante claras: "Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo". En ninguna parte aparece escrito que tenemos que amar a otros y después amarnos, pues, sería el acto más hipócrita que podríamos cometer, sin embargo, ya este es un tema para abordar en otra ocasión.

Y así, cada vez que me alejo para reflexionar, lo hago con la intención de volver renovado, con la claridad de saber dónde debo estar y con quiénes debo compartir mi energía. Este proceso de reflexión me ha enseñado a valorar cada momento y a reconocer que el verdadero poder reside en la presencia y en el amor sincero.