Detrás de lo que es la felicidad

“Todos nacemos para ser felices”, así comienza el escrito de la primera parte de una frase muy conocida que se le atribuye a Juan Pablo II. Sin embargo, a menudo, y en ingentes ocasiones parece que no logramos sino lo contrario. En incontables ocasiones y contextos nos convertimos en marionetas de la infelicidad, ya sea por negligencia, opr indisciplina o por edificar nuestras vidas apuntando metas cuyo cumplimineto no tiene una base realista. La felicidad no es más que un estado emocional puntual, y como tal, se puede cultivar. Es cuestión de lograr un enfoque efectivo en lo armonioso, en lo prudente y necesario, y aprender enfocar la existencia diaria de la manera más provechosa.

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La mayoría de los recuerdos que guardo de mis primeros años de vida están relacionados con buenos momentos. En cada uno de ellos, la felicidad venía asociada a una situación externa, un regalo, un beso, un abrazo, un paseo… la felicidad es una condición natural y cada pequeño detalle es suficiente para hacernos felices. Allí no estamos racionalizando nada, simplemente somos.

En la adolescencia y la juventud las cosas comenzaron a cambiar. Quizá las nuevas exigencias impuestas por los estudios, o la participación en el trabajo hogareño llenan la vida de nuevas preocupaciones, de nuevos pesos mentales que a veces tardamos en superar exitosamente. Sea cuales fuesen los motivos, la felicidad se debe superponer y parecer más fuerte, más resistente, más preeminete, al final, no se debe construir castillos en el aire pensando en el dilema de si somos o no felices en un momento puntual de nuestras vidas.

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Afortunadamente siento que ahora solo empiezan los muchos caminos en donde puedo recorrer mi destino, muchas oportunidades de emprender mi rumbo, para ello tengo el respaldo y el cariño de muchas personas queridas. Ellos me han acompañado ciertamente, son como un faro en donde me puedo reflejar, en un espejo en que puedo notar mis virtudes y mis defectos.

Al día de hoy me resulta muy sencillo conectarme con la felicidad. Paso a paso fui entendiendo que ese estado no depende de una fuente externa sino que está dentro de mí. El problema es que a veces ponemos demasiadas expectativas en la recompensa, y al ser eso algo que no depende de nosotros, pues nos sentimos frustrados e infelices.

En cada nuevo momento que acontece a mi vida, trato de colocar la alegría en mi mirada, así logro valorar los pequeños y grandes detalles de la vida. Cualquier cosa es suficiente para ser feliz, la llamadas de mi madre, un gesto de mi novia, el saludo de los vecinos, un día bonito, una comida sabrosa, en fin… no sería exagerado concluir que la felicidad está en todas partes, solo hay que querer verla.

Suelo conversar mucho sobre esto con mis amigos, si pudiera me encantaría dejarles a ellos y mis nietas todo lo que he aprendido para ver la vida de otro modo. Todos necesitamos fijarnos más en lo bueno que en lo malo, en lo positivo más que en lo negativo, porque en general la vida es así, siempre predomina lo bueno.

Gracias por tu tiempo. y por leerme.