HAY DÍAS QUE TE MARCAN

Hay días que te marcan, horas de felicidad que en tu memoria no

tendrán jamás reemplazo, porque son como una corriente que te

tiene atado a la vida.

Un resort. Panamá la ciudad de los grandes navíos, tierra de

prodigios donde todos los días llueve. Llegamos, me acerco al

balcón y está allí uno de los árboles más impresionante que

había visto, tal vez de un diámetro de más de tres metros,

milenario y todavía con ramas y hojas de espléndido verdor. Me

remite su majestad al suelo africano donde los árboles son

sagrados, donde alguna vez, cuenta la leyenda, los ancianos

escalaban sus ramas para ascender al cielo y buscar su

inmortalidad.

El árbol era un Carotú, uno de los más apreciados de la flora panameña,

muchos de los que se han fechado con más de trecientos años y los que

pueden llegar a tener una altura de hasta trecientos metros. A pesar de

las otras maravillas, el mar, la comida exquisita y el divertimiento de mi

hijo con los gorilas de piedra, el Carotú era una fascinación inefable, no

sólo para mí, sino para tantas personas de muchas razas que acudían a

él para abrazarlo y sentirse imantado por su fuerza paradisíaca. Un

poema puede cerrar el homenaje a este árbol que llevo en mi mente

como un crucifijo, que escribí después de regresar de este viaje

inolvidable:

Árbol que nos ata por igual al imaginario de lo permanente ¡Cómo sus

ramas recuerdan el cielo africano contado por los tambores del sueño!

Una mujer lo abraza en un trance místico, mientras otra tendida en la

arena es el verdor naciente del mar.

Me tomo el atrevimiento de invitar a @albaniczb @rafaelcastrop a tan

emotivo concurso .