^{Hoy pienso en el tiempo, sentada en el malecón, tengo la mirada en el agua milenaria de mi querido Orinoco. Eterno. Desde siempre convertido en el reflejo perfecto de las nubes blancas. Vuelvo a mirar la corriente y al cabo de unos minutos quedo atrapada por el giro brusco e indetenible de un remolino, al que por inercia nombro: "Mi tiempo". Y es que al final, el avance de las horas, los días y los años, son igual de imparables. Pero no soy una nube pasajera, o si? lo medito. El agua de mi río no es transparente ni es cristalina, por ende mentiría si digo que sobre él puedo ver mi rostro. Pero, entonces, pude ver todo. Mi niñez, mi adolescencia, mi madre, mis hermanas, mis hijos. Me vi andando por la ciudad, siempre sonriendo y con esperanza. El atardecer caía de prisa y ya era hora de regresar a casa. Mire de nuevo hacia el río, pero el remolino había desaparecido. Gracias mi tiempo, gracias..-dije, mientras iniciaba el camino a casa. No voltee, pero con una sonrisa murmuré al recordar aquella frase de Charles Chaplín; "El tiempo es el mejor autor: siempre encuentra un final perfecto".}