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María y Mathias, su Hermano Gemelo

Cuando su hermano gemelo, Mathías, partió, María, sintió que partía con él, parte de su alma… que hasta ese momento era como una roca, ahora estaba partida… ya no eran las dos rocas inmensas rodeadas de vida.

Esas dos grandes rocas, que eran los dos y que antes estaban, rodeadas de plantas, flores y de alegría, ahora estaban rodeadas de agua, pero del agua de las lágrimas de María, ellas habían ahogado todo… las flores y su alegría… Su alegría había partido cuando perdió a su amado hermano…

Su dolor aprendió, a asirse, de los rayos de luz que de la piedra aún salían, su corazón y su mente se aferraron a esa luz, para disfrazar su dolor…

Y es que ella ya no estaba aquí, su cuerpo solo se movía por inercia, solo estaban sus recuerdos, cuando de niños corrían tomados de la mano. Cuando él la esperaba al salir de la escuela…, cuando nadaban juntos en las aguas cristalinas del mar, en frente de la casa de sus padres…

Ya solo flotaba en el agua de sus lágrimas y de su alma vacía, había perdido su alegría. Tan solo brillaban sus ojos y esbozaba una sonrisa, cuando miraba esa luz y pensaba que algún día, en que ella y su amado hermano se encontrarían.
Pero una de las veces en que María se quedó dormida, entro en un sueño profundo…

En su sueño, se encontró en una barquita que iba remando Mathias, su amado hermano...El mar parecía de cristal, pero la barca fluía y fluía suavemente. Ella lo miraba embelesada, sonriente y feliz sin decir palabra, cuando escuchó que su hermano le dijo: “Hermana, yo a la tierra ya no pertenezco, yo necesito volar… ¿Ves esa luz detrás de las rocas? Es el todo, el infinito donde algún día, tú también estarás, Pero me impide volar hacia allá, el gran pesar que siento por tu sufrimiento. Tan solo despegaría si volviera tu alegría, si continuaras la vida, que estás dejando pasar. Te aseguro hermana mía, que tan solo si volvieras a recuperar tu alegría, mi alma podría volar al lugar donde algún día, tú también vas estar y puedes estar segura de que con los brazos abiertos me encontrarás. Pero por ahora hermana, vuelve a la vida, recupera tu alegría, que yo desde aquí arriba, siempre a tu lado estaré. Y yo muy feliz entonces, podré alcanzar el lugar donde en su momento, esperaré tu llegada y donde ya no habrá mas partidas”

Desde ese momento María, volvió a ser quien antes fue, y volvió a sonreír y volvió a ser feliz. Y un joven que conoció en vida a su hermano, y que siempre la amó en silencio, quiso hacerla su esposa y con ella se casó. Ambos fueron muy felices. Y desde la casa que tuvieron, a las orillas del mar, se vislumbraban dos rocas y no por casualidad. Y su primer hijo, para su alegría varón, los dos acordaron juntos, que el nombre, de su primer hijo varón, sería Mathías.

Espero les haya gustado mi historia