Hola esta es mi historia espero que les guste! :)
Una aventura en el aire
María y Roberto siempre habían sido una pareja aventurera. Desde su juventud, compartieron un amor por la exploración, los viajes y, sobre todo, las emociones fuertes. Habían caminado por senderos en montañas escarpadas, se habían sumergido en aguas cristalinas y habían viajado por la carretera a lugares inexplorados. Pero había uno quecosa que siempre habían querido hacer y que estaba en su lista de deseos: ¡hacer paracaidismo!
Después de mucho tiempo de pensarlo, decidieron que ya era hora. Ahora, con más de 60 años, sentían que la vida les estaba recordando que no había tiempo que perder. Organizaron su viaje hacia una pequeña localidad en las montañas, famosa por sus impresionantes vistas y su centro de paracaidismo bien valorado.
El día del salto, el sol brillaba intensamente mientras llegaron al aeródromo. El aire fresco les sorprendió al bajar del coche, y sus corazones latían con una mezcla de emoción y nerviosismo. Mientras se preparaban, observaban a otros aventureros que saltaban, riendo y gritando de felicidad. María y Roberto se miraron, sabiendo que en poco tiempo serían ellos los que sentirían ese impulso de libertad.
Se pusieron sus trajes y arneses, y escucharon atentamente las instrucciones de su instructor. A medida que el pequeño avión comenzó a elevarse, la vista se volvió más espectacular. Las copas de los árboles, que parecían diminutas desde las alturas, se extendían hasta donde alcanzaba la vista. Ambos sentían la adrenalina corriendo por sus venas, y por un momento, se sintieron rejuvenecer.
Finalmente, llegó el momento del salto. El instructor les indicó que se acercaran a la puerta del avión. Con el viento azotando sus caras, se tomaron de la mano. “¡Listos para la aventura!”, gritó Roberto, y María, con una sonrisa radiante, asintió. Juntos, se lanzaron al vacío, dejando atrás el avión y todo lo que conocían.
Los primeros segundos fueron intensos. El viento rugía a su alrededor, y la sensación de caída libre era indescriptible. Pero a medida que los segundos se convirtieron en minutos, el paracaídas se desplegó, y el mundo comenzó a calmarse. En ese momento, se dieron cuenta de que estaban volando, literalmente, sobre las montañas que habían admirado desde el suelo.
“¡Mira eso!” exclamó María, señalando hacia las vastas extensiones de bosques verde profundo y las montañas que se erguían como gigantes centenarios. Era un espectáculo impresionante, y el hecho de estar flotando en el aire solo aumentaba la maravilla del momento.
Roberto, un poco más audaz, comenzó a mover sus brazos como si estuviera nadando en el aire. María se unió a él, y ambos comenzaron a reírse como si fueran niños otra vez. Habían dejado atrás los temores y las dudas. En ese instante, eran simplemente dos almas libres, disfrutando de cada segundo de la experiencia.
A medida que se acercaban al suelo, comenzaron a prepararse para el aterrizaje. Con precisión, el instructor les indicó cómo posicionar sus cuerpos. Justo antes de aterrizar, agarraron la mano del otro. “Nunca olvidaré esto”, susurró María, mientras sentían como los pies tocaban la tierra otra vez.
Al salir del aterrizaje, estaban llenos de energía. Cada uno tenía una sonrisa que iluminaba su rostro. “¿Qué será lo siguiente?”, preguntó Roberto, mirando a su esposa con una chispa en los ojos. “Solo nuestra imaginación lo puede detener”, respondió María con una risa.
Ese día, no solo habían volado en el aire; habían renovado su amor y valentía. Cada momento compartido en esa aventura les recordaba que la vida es un viaje, y que la edad es solo un número. Juntos, seguirían buscando nuevas aventuras, siempre dispuestos a desafiar los límites del tiempo y el espacio, aprendiendo que, en el fondo, la vida realmente comienza cuando se sale de la zona de confort.