CONCURSO DE ESCRITURA Y PINTURA !! #WORLDOFXPILAR🎨✍️💫 || Al ritmo del mar

Hoy quiero dejar por sentado entre los «tacatac» de mi máquina de escribir, la inquietante historia que encontré enrollada dentro de una botella en la orilla de una playa de la Isla de Margarita.

En algún momento del verano de 1993, un hombre llamado Mauricio Véliz zarpó en un velero desde ciudad de Panamá. Iba acompañado de su esposa y dos hijos. Se suponía que iban por unas vacaciones paradisíacas en Las Bahamas. Mas todo pareció cambiar abruptamente.

Recuerdo que las noticias de ese momento dijeron que una tormenta se había tragado el velero cerca de las Islas Vírgenes Británicas. Pero en este papel se evidencia algo diferente.

“Para cierto instante el rumbo me parecía extraño…” Esta frase intuitiva de Carlota Gil de Véliz es algo que normalmente llamamos el sexto sentido. Pues, a lo que era mitad de viaje, la esposa de Mauricio sospechaba algo raro sobre él.

Su esposo no comía, no reía, ¡no parpadeaba! Apenas alcanzaba Mauricio a juguetear con sus hijos de vez en cuando.

Ni siquiera cuando Carlota se aproximaba a su esposo para tener cierta intimidad, parecía haber un alma en ese cuerpo que navegaba el Mar Caribe.

Una mañana, luego de hacer el desayuno, Carlota quiso entrar a la habitación de sus hijos, pero fue imposible. Estaba asegurada y no sabía cómo.

En su desespero, ella empujó y pateó la puerta, hasta que esta cedió. Pero, ¡sorpresa! No había nadie dentro.

Esa mañana el mar estaba calmo, pero Carlota sentía como si hubiese el peor oleaje tras saber que sus hijos no estaban allí.

Temiendo lo peor, empezó a gritar varias veces los nombres de sus hijos, el de su esposo, pero nada.

Ella creyó estar náufraga en el Caribe, hasta que sus llantos fueron silenciados por Mauricio, quien apareció de la nada.

Entonces él le dijo con extraña sonrisa “Sh, tranquila, los niños están en un lugar seguro. Un lugar seguro donde tú también querrás estar”.

La señora Carlota confirmó allí sus sospechas y antes de que Mauricio colocara sus manos sobre ella de nuevo, atinó a pegarle un extintor por la cabeza a su esposo. O quien creía era su esposo.

Y, ¡no! No se trató de decepción conyugal. Por el contrario, fue terror familiar. Tan pronto como «Mauricio» cayó en el suelo del velero, la barba se le desprendió.

En ese momento, Carlota vio que no era Mauricio, sino Lucio, su gemelo.

Este sujeto siempre había deseado obtener a la fuerza todo lo que Mauricio había conseguido con mucho esfuerzo. Y este secuestro en alta mar no fue la excepción.

Poco después Carlota halló a su familia atada tras la puerta que guardaba los salvavidas. Tal como si estos objetos fuesen animados y cumplieran su misión incluso fuera del agua.

Yo, por mi parte, no pude esquivar la necesidad de saber si se trataba de una broma pesada o del testimonio verdadero de la señora Carlota.

En un principio temí quedar como un patán antes las autoridades y el público en general. Pero ahora me siento a compartir risueño esto con ustedes al saber que la familia Véliz Gil sí estaba viva y que fue repatriada hace poco desde la isla de Martinica.

¡Gracias por leer!