Huida 3:30 AM. Vigésimo octavo concurso de pintura y escritura @oscarnoy

2:29 AM.
Fue entonces para Anny como despertar y saltar de la cama y huir de aquel terror absurdo, para caer de pie de frente al ventanal y correr las persianas de su cuarto aún a oscuras, y cerciorarse que el mar dormitaba aún en calma. Sentencio en ese instante que no daría más importancia a aquel terrible sueño.

Luego de un breve trayecto llegó al supermercado a dos cuadras de su casa ubicada en la playa, fue a escoger las mejores manzanas para preparar la torta del octavo cumpleaños de sus amadas hijas gemelas Carol y Nicol.

Desde un lejano tiempo que no lograba ubicar, busco evadir la visión que la asaltaba invasiva. Y cuando por un instante creyó estar a salvo, regreso como un flash disparado en lo oscuro que la paralizó como estatua de bronce, en mitad del pasillo de la sección de frutas del aquel supermercado.

Irrumpía la imagen en el tiempo en que dura el más breve suspiro.

Y de la nada estaba ahí, aquel mismo planeta de algún un lugar del cosmos. Y cómo sucedía siempre una y muchas veces, divisó las dos lunas como fantasmas acechantes entre nubes rasgadas por un pincel grisáceo, que enmarcaban la intimidante escena.

Y abajo, un mar de azul oscuro, que emitía el rugido de un león herido bajo una tensa calma, presagiando el terror amenazante de algo desconocido.

Sobre el mar, se reflejaba la luz que proyectaba un objeto semejante a una nave espacial, con la forma de un gigantesco huevo recién parido por las entrañas del imponente mar.

Tenía aquel objeto dos anillos de superficie lisa, que levitaban la forma más ancha de aquel terrible huevo de colosal tamaño.

Al fondo de la escena en el lado derecho, volando hacia lo alto entre las nubes grises, se alejaban veloces cinco seres de similares formas, en dirección a una nave semejante un cangrejo de amenazantes pinzas suspendidas en el plomizo cielo.

Recobró el movimiento e inclinó su cabeza al sentir la tibieza del agua de mar que avanzaba sobre las anchas baldosas del pasillo de aquel supermercado.

>Dejó caer las manzanas sobre el piso encharcado mientras se anudó en su garganta el nombre de sus hijas.

Corrió entre el charco de agua qué aumentaba el nivel segundo tras segundo, se abalanzo a la calle entre el tumulto de gentes que huían despavoridas en cualquier dirección.

En la sala de su casa desgarro su garganta gritando: Carol, Nicol, mientras por la ventana veía en el mar aquella siniestra nave que con un zumbido seco que emitían sus motores desbordaba las aguas del mar sobre las calles.

Sintió gotas de agua de lluvia que corrían por su rostro, hecho atrás su cabeza para mirar al techo y se encontró en pijama en medio de la ducha.

Desesperada quiso correr veloz al cuarto de las niñas.

Pero inexplicablemente y contra su voluntad, se descubrió sudando en medio de su cama, de la cual dio un salto para emprender su huida una y otra otra vez de aquel terrible sueño dónde estaba atrapada.

3:30 AM