Concurso: Euforia por las historias-(Todos somos uno )

En la aldea estaban sorprendidos ya que divisaban el enorme animal desde lejos sentado remotamente por varios días a la orilla del camino, de vez en cuando se escuchaba un fuerte grito no se sabía si de dolor, angustia, rabia o todo al mismo tiempo. Los veterinarios de la zona se preguntaban porque si estaba mal, no se acostaba, día y noche durante tres largos días sentado, aun erguido, mostrando su fortaleza y superioridad.

Carlos el veterinario recién llegado se empeñaba en acercarse a observar que podía pasarle, los más experimentados le decían que no, consideraban difícil que una animal sin costumbre de tratar con humanos permitiese un acercamiento, mucho menos este con ese gigante tamaño y en ese sitio tan descampado.

Al atardecer se escuchó un gruñido aun más fuerte, más voraz, entonces Carlos determinó ir sin ser visto por el resto de sus colegas a las inmediaciones del simio. Caminaba lentamente, llevaba los implementos necesarios e inclusive algún dardo para dormirlo en caso de ser necesario. Su perro “Astro” le acompañaba. Cuando ya estaba muy cerca del enorme animal miró fijamente a sus ojos, lo hizo con ternura pero determinación, mientras mentalmente le decía vengo a ayudarte, ¿Qué te ha pasado? Puedo auxiliarte. El animal mostró al principio cara de desagrado con la visita, luego también observó fijamente al joven hombre, de repente entre sus piernas, saca una cría débil, enferma, casi muerta.

El profesional comenzó ha hablarle quedamente, desde el afecto de ser vivo a ser vivo, desde el sentir que todos somos uno: se que estas dolido, que la deforestación te ha hecho huir porque no consigues alimento, la caza indiscriminada a diezmado tu familia, pero aun hay posibilidades de encontrarnos, dame tu bebé, lo cuidaré y te lo devolveré sano. El primate no dejaba de mirarlo, de repente le extendió su cría y se la entregó en los brazos mientras lo miraba con confianza.

Nunca más vieron el Orangután, pocas horas después de entregar su hijo desapareció, Carlos se encargó de restablecerlo y de que tuviese un lugar en el centro de hospedaje para simios de la aldea, con cuidados y medidas para devolverlo luego a su hábitat, solía contarle a “Papá” (así lo llamaron) sobre la hazaña de su padre y se lo describía con detalle en espera de que algún día volvieran encontrarse.

Invito cordialmente a: @neko9 @rashel @julieth69