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Todos tenemos un papá, y qué bueno no tener solo un papá o una mamá, porque así no naceríamos sin la vida. El asunto es que mi papá no me quería mucho. Primero había nacido mi hermana, la mayor, y cuando ella nació dijo: “una india”, porque tenía el pelo largo y oscuro. Así, la llamó “india”. Después tuvo más hijos, uno tras otro, y conmigo siempre tuvo como un problema. Para resolver cualquier asunto, me daba un golpe en la cabeza. Varias veces me dejó con la cabeza chorreando sangre por diferentes razones. No te educan, pero después quieren que seas perfecto, y te pegan y te pegan.
No había mucho respeto entre padre e hijo. Una vez decidí no volver a casa, porque cuando lo hacía, me amenazaba y me pegaba. Entonces empecé a regresar solo cuando él se iba. Recuerdo que una vez, él siempre ponía agua en la pava para hacerse un té a la mañana, así que le llené la pava de sal para que tomara. Estábamos esperando con un amigo, yo tendría 13 o 14 años, no me acuerdo. Cuando probó el té, escupió todo, se puso mal y miraba para todos lados, enojadísimo. Pero después, tu hijo te puede hacer lo que quiera.
Otra vez, enojado, me andaba corriendo con un martillo y me lo tiró. Yo ya era más grande, así que logré escapar. Nunca fue una buena relación con mi papá. Mi mamá tenía esquizofrenia, y después te piden que seas sano habiendo crecido con un padre así. Todos mis hermanos se fueron, y solo quedé yo con mi papá y mi mamá, así que me tocó ocuparme de ellos. Como él no tenía olfato, igual que yo, muchas veces entraba a la casa y encontraba el gas prendido, a punto de explotar. Me daba cuenta solo por el ruido, no porque pudiera olerlo. Al final, me tuve que quedar cuidándolos a los dos, siendo el menos querido y el más odiado.
Una vez tuve que viajar a Buenos Aires, ya casado, para trabajar, y estuvimos un mes allá. ¿Puedes creer que lo extrañaba? Tremenda es la vida; uno no sabe que puede querer a una persona aunque esa persona no lo haya querido ni un poquito.
En 2013, él ya estaba senil y no estaba bien. Mi hermano vino, diciendo que yo tenía a mi papá en malas condiciones. No sé cuánto tiempo después, le sacó el sillón que tenía porque estaba sucio y lo dejó solo con unas sillas inestables.
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Un día, mi papá se cayó, se quebró la cadera, y lo llevamos al hospital. Yo fui quien lo llevó, y él murió allí. Cuando me enteré de su muerte, fui y apoyé mi oído en su corazón, y ya no estaba con nosotros.
Esta historia es como la de muchos que seguramente también han tenido un padre problemático, un padre que no ayudó. Pero bueno, así es la vida.
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