Comenzamos a darnos cuenta que las prioridades no son de estar de salida en salida, y que si eso queremos igual debemos trabajar porque luego ¿con qué pagamos esas salidas no?. Comenzamos a tener conciencia de los malabares y preocupaciones que acompañan la vida adulta, los malabares que hacían nuestros padres para que no nos faltara nada.

Y más allá de ser adultos, llega el momento para muchos en convertirse en padres y además del dinero tenemos que ser valientes, ya somos las personas que llaman si sale un ratón, una araña, si se caen, si le rompen el corazón. Ya nosotros dejamos de correr a nuestros brazos seguros para convertirnos en el lugar seguro de alguien más.

Y apenas comenzamos a entender lo que es vivir con el corazón fuera de tu cuerpo, porque tus padres te decían No más de una vez, porque no dormían si no llegabas a casa, y lo que sufrían cuando te enfermabas.

Ser adulto es bonito, es verdad, tu decides muchas cosas, y decides por ti y por tus hijos, pero en este punto tus prioridades cambian, tu felicidad es estar en casa con tu familia, hacerles sonreír, eres adulto y comprendes que en la vida hay cosas más importantes y que el tiempo que tenemos es tan corto para desperdiciarlo en trivialidades.

Tienes miedo todo el tiempo que tus hijos les pase algo malo, o tienes miedo de que te suceda a ti algo y no estar para ellos, y quieres darles una casa, educación y que sean felices cada día de su vida.