Capitulo 1. En la Ciudad.

¿Nos vamos al pueblo?

^{Francisco y Miguel; de @maelichb}

Miguel disfrutaba del camino, el atardecer, el viento y la velocidad en su moto. Antes de ir a su casa, pasaría por donde su amigo, buscando unos papeles.

Miguel es un chico de 22 años, moreno, alto, mide 1.95, sus ojos son color miel, cabello liso, lo lleva un poco corto, aunque con uno pinchos que se levantan en la parte central, y más corto por los lados, de color castaño claro, bien parecido, de contextura media, suele practicar deportes de vez en cuando, influenciado por su padre.

Cercano a la casa de la esquina, reduce la velocidad y la mira, allí, sentada en el columpio de su casa, se veía linda con la luz del atardecer, ¿Cuánto tiempo había pasado? Unos 10 años, ha sido testigo de sus cambios; sin embargo nunca se había acercado a hablarle, ni sí quiera sabe su nombre, pero igual bajaba la velocidad cada vez que pasaba por allí y la veía.

^{viendo a la chica, de @ladyleilei}

Llega a la casa de Francisco

Francisco, su mejor amigo, tiene de 23 años de edad, tez blanca, rubio, lleva el cabello algo corto, sin embargo no tanto como para no distinguir sus mechones amarillos, sus ojos son de color azul, adornados por unas largas pestañas rubias, que algunas chicas envidiaban. Era un poco más bajo que Miguel, pero también era alto, media 1,90, su contextura era algo musculosa, ya que a diferencia de Miguel a este le gustaba más el Gym.

—Hermano estoy acá fuera, dejé las llaves en la oficina— le dice Miguel por el celular

Esperando fuera del edificio. Ilustración de @Ladyleilei

—Voy— le responde Francisco. Mientras abre el seguro de la puerta principal del edificio, con el dispositivo de su apartamento.

—Hermano entra— le gritaba Francisco desde la ventana....

Una vez dentro

—¿Este domingo nos vamos al pueblo?— dice Francisco poniendo una mano en el hombro de Miguel.

—¿Nos vamos?— pregunta Miguel, con un tono entre asombrado, pero de forma irónica.

—¿No creerás que te dejaré solo?— dice Francisco sonriendo

—Quisiera zafarme— Miguel suspira—pero es algo que no me perdonarán, gracias por acompañarme por milésima vez— Miguel sonríe como agradecido.

—¿Milésima?, Jajá— Francisco suelta una carcajada —será millonésima— ambos sonríen.

Son amigos desde que son pequeños, ya no recuerdan cuando, ni como empezó, pero saben que desde los tres años, cuando se vinieron a vivir definitivamente a la ciudad, y sus familias se asociaron, pues es lo que les cuentan.

—Escucha, que tal si nos llevamos a Francys y Miriam, le encontramos un sitio donde quedarse, compartimos un rato el viernes y sábado, luego el domingo temprano las enviamos de vuelta y tenemos todo un domingo familiar— dice Francisco entusiasmado —Si quieres en vez de Miriam ¡Stephanie!— y sonríe Francisco al ver a Miguel.

—Sí, pensándolo bien, puede que sí, pero ni Miriam, ni Stephanie, mejor Samantha, menos enrrollada. Dame los papeles, los llevaré a casa y nos vemos esta noche en la disco.—

Papeles Confidenciales. Ilustración de @ladyleilei