El juego del diario: asistir al servicio del último domingo del año y pasear por mi calle solitaria
Hoy me levanté temprano en la mañana preparando a mi familia para ir a la iglesia. No observé mi rutina matutina de meditación y oraciones. Estaba revisando el clima para ver el tono del sol para poder sentir un poco de calor ya que estamos en la temporada de hamattan de frío extremo y nieblas al amanecer.
Necesitaba ordenar las cosas, limpiar la habitación y hacer la cama antes de ducharme y preparar el desayuno para mi pequeña familia, luego me dirigí a la iglesia para el último servicio del domingo del año. Para entonces ya llegaba un poco tarde a la hora de inicio del servicio. Me apresuré a conseguir un triciclo, afortunadamente llegué al servicio que comenzaba poco antes de mi llegada.
Estábamos alabando y agradeciendo a Dios por llevarnos desde enero hasta fin de año. Bailamos con felicidad y alegría en nuestros corazones. El predicador exhortó a las congregaciones con el tema de mostrar gratitud hacia Dios y el hombre sin importar cuán grande o pequeño sea el regalo.
A las dos de la tarde terminó el servicio religioso. Regresamos a casa. Pasé por el mercado del barrio para comprar alimentos para cocinar en casa.
Cuando llegué a casa, preparé la comida: arroz con aceite de palma o arroz MTN, como lo llamábamos localmente. Se llama arroz MTN porque la comida, después de cocinarla con los ingredientes, tiene el color amarillo marcado como el del operador de la Red de Comunicaciones Móviles.
Después de terminar de cocinar, serví la comida y comí con mi familia. Estaba delicioso con un llamativo aroma a pescado seco, cangrejos de río y aceite de palma.
Al anochecer, caminé por mi calle solitaria. La calle es una zona nueva desarrollada donde los residentes son escasos y las casas están dispuestas como fincas, difícilmente se podía encontrar a alguien alrededor, solo había arbustos y perros callejeros en la calle.
Después de regresar, me senté con mi teléfono revisando actualizaciones y notificaciones. Esto fue alrededor de las 7:30 pm. Me bañé por la noche, navegué y comencé a escribir publicaciones.
Me alegré de ver el último domingo del año y fui a la Iglesia para unirme a mis hermanos para cantar alabanzas a Dios y agradecerle por llevarme a mí, a mis amigos y a mi familia hasta aquí. Tuve mi mejor baile del año. La alegría y la felicidad que fluían en mi corazón este día me hicieron quererlo más y desear que volviera una y otra vez.
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