Hace muchos años culmine mis estudios, pero puedo decir que la vida del estudiante es la mejor época, el relajo, las bromas, ser cómplices, las amistades que se forman y el compartir, son experiencias que dejan huellas y por supuestos lindos recuerdos.

Fue una etapa muy divertida llena de mucha ingenuidad, no había violencia ni maldad, todo era muy divertido. Aprendí muchas cosas, como por ejemplo: el respeto, a valorar lo que tenemos y luchar por lo que queremos.

Yo no fui una alumna súper dotada en mis inicios, pero en 4to y 5to año salí en el cuadro honor, algo que me lleno de mucho orgullo.

Recuerdo que siempre los trabajos lo hacían en mi casa, primero porque era la única del grupo que tenía computadora y segundo porque mi mama estaba pendiente de prepararnos cualquier postre.

Cuando mi mama nos dejaba solo en casa hacíamos desastre, preparamos comida y buscábamos los gorros de mi mama para tomarnos fotografías, pero cuando escuchábamos que mi mama llegaba corríamos a guardar todo, era adrenalina, aunque mi mama no me regañaba porque sabía que no hacíamos nada malo.

Claro si, cuando se forma una bonita amistad, es para toda la vida. Hoy en día vivo lejos de mis amigos del liceo pero con la mayoría tengo contacto a través de teléfonos celulares y redes sociales. La gran mayoría tiene familia, profesiones y en el extranjero, pero cuando nos encontramos comenzamos a recordar esos lindos momentos.

Una de las cosas que admiro mucho de esa época es que existía el respeto hacia los profesores y que la educación era muy buena. Yo aún tengo trato con muchos profesores y aun mantengo ese respeto.

En mi salón de clases la gran mayoría éramos extrovertidos pero sobre todo muy unidos. Había un compañero que es gay y nos hacia reír a todos con sus ocurrencias, incluso hasta a los profesores, hoy en día es un excelente enfermero.