Camino al mar
¿Y si hoy es nuestro último día? Dime, ¿qué sería mejor que ir a ver el mar? Después de todo, la vida viene de ese ancestral vientre. Al igual que ese último abrazo, que ahora se dibuja irreal en mis ojos, las aguas nos calman y nos limpian. Qué más da que sean saladas, si en nuestros años sobre la tierra hemos conocido personas dulces, momentos agrios y verdades amargas como esta de que ya no te veré más. Entonces no me taches de egoísta cuando no sea más que un recuerdo; tan solo le estoy devolviendo a las olas un poco de vida de la que ellas un día nos dieron. Dime, ¿no quieres sentir la arena en tus pies mientras te despides de mí? El ocaso me ilumina y tengo que seguir mi viaje, y seguir dejando huellas que algún día, alguien más pueda seguir mientras sana su alma con la caricia de esa agua…de ese enigmático custodio de secretos. Debo irme entonces, te ruego que no odies al tsunami que arrasó con todo. Así son las cosas inconmensurables: El mar, el Amor, el Universo…; nos dan y nos quitan todo porque así es su naturaleza. Ódiame mejor a mí, que te será más fácil y no tendrás que complicarte tanto. Aunque, si a último minuto cambias de parecer, sumérgete conmigo y compartamos allá abajo la eternidad.
