Saludos amigos de la Comunidad Reflexiones de Vida, nuevamente para un jueves de experiencia de vida quiero traer una historia de mi juventud.

Terminando mi bachillerato y siendo la época en la que más me aventuraba con el senderismo, coincidí con un grupo de amigos en que decidimos recorrer un pequeño tramo de lo que fue la famosa Ruta Celebre realizada por Simón Bolívar, en su histórico viaje desde Caracas hasta Perú. Esta pequeña ruta solo significaba el trayecto desde Mérida hasta el estado Barinas, solo un pequeño tramo, por eso nos organizamos, hicimos un trabajo de logística y emprendimos la salida desde la ciudad de Mérida, hasta llegar a Mucuchies, donde nos adentramos en lo que se conoce como el páramo del Trigo. Es allí donde pasamos nuestra primera noche para descansar. Recuerdo bien que esa noche hablamos de muchos temas, pero lo más anecdótico fue recordar que, años atrás un grupo de jóvenes se había perdido en la montaña y cuando aparecieron mucho tiempo después, solo eran los cuerpos de aquellos aventureros. Se decía que sus padres habían dejado una placa en la montaña en memoria de sus hijos, esa noche, después de terminar de comer y meternos en nuestras carpas de acampar para descansar, seguimos conversando y contando historias hasta quedarnos dormidos, a la mañana siguiente, al despertar nos levantamos para preparar la comida, organizar todo y continuar. La gran sorpresa fue que uno de nuestros compañeros que se había aislado un poco del campamento llegó de repente sorprendido y nos hizo caminar una distancia de unos 100 metros, para enseñarnos la placa que recordaba a los chicos perdidos. Todos estábamos sorprendidos porque esa era la historia de miedo de la noche anterior y, resultó que estábamos acampando a unos metros de donde los encontraron.

Después de terminar de desayunar decidimos continuar nuestra aventura. Y esa noche siguiente llegamos a un pueblo escondido en medio de la montaña conocido como El Carrisal. No sé si ya ha desaparecido o no, pero en ese momento era un pueblo sin luz eléctrica, aislado de la civilización, con una escuela muy pequeña y una población que no superaba las 100 personas.

Nuestra aventura nos llevo hasta ese poblado llamado Carrisal, donde nos encontramos con varias personas y un amable señor al que le apodaban El Señor de los Osos y, es porque ese personaje era conocido en el pueblo por haber tenido contacto con los osos frontinos. Nos contó muchas anécdotas que espero algún día contarles, en otra historia en esta comunidad.

Al día siguiente nuevamente muy temprano decidimos seguir avanzando sin encontrar más rastros de civilización, pudimos notar huellas muy frescas de Puma o también conocido como León Andino, que nos hizo suponer que quizás por el olor de la comida que llevábamos trataba de acercarse a nosotros. Es por eso que como medida de prevención nunca nos separamos individualmente, siempre en parejas. Esa noche tuvimos que hacer campamentos en carpas de camping para descansar y continuar, al día siguiente descendiendo las montañas, este último día, uno de nuestros compañeros tuvo un accidente y resultó herido. Así que diseñamos una camilla para continuar. Por suerte después de varias horas hicimos contacto con unos campesinos que iban a caballo y permitieron a nuestro amigo descender la montaña a caballo y de esta manera nos condujeron hasta el pueblo de Bumbun en Barinas donde terminó nuestra aventura. Este amigo mío, que tenía la lesión en la pierna, actualmente trabaja en el Zoológico Chorros de Milla, ya que es la persona encargada de administrar y cuidar el terrario del zoológico donde se exhiben las serpientes. Muchos lo conocerán con el nombre de William Abreu. En estos relatos de experiencias de vida, con esta aventura aprendí lo necesaria que es la ayuda mutua, la camaradería y la aventura. Muchos nos sorprendimos al saber lo difícil que es, pero debió ser más difícil para los independentistas liderados por Simón Bolívar, quienes atravesaron un territorio mucho más grande. Solo cubriremos una ínfima parte de él.

Gracias por leerme.