Como no recordar la infancia, sí estos carritos de metal fueron parte de los juguetes de mi hermano menor, en un gesto muy bonito de su padrino un buen día se apareció con un regalo, sin ser cumpleaños ni nada por el estilo, los vio, se acordó del ahijado y los compró.

Para mi hermano menor recibir el presente fue como la gloria, no paraba de hablar de los carritos de metal eran muy vistosos por sus colores y modelos, unos traían números y otros letras, fáciles de diferenciar, además estaba celoso de su regalo, no permitía que nosotras sus hermanas tocáramos los carritos.

Mi hermano menor le buscó un sitio fijo en la habitación, los colocó uno al lado del otro, era el inicio de una colección, desde ahí en adelante, los que lo conocían le regalaban carritos de metal, habían de todo tipo, uno era tan real que se le abrían las puestas y el capó.

Con el tiempo la niñez da paso a la adolescencia, los carritos de metal cumplen la función decorativa en un lugar especial de la habitación y un recuerdo de la etapa de la niñez y de haber cumplido el sueño de tener una colección de carritos de metal conservados como un tesoro.

Lo que si puedo decir que mi hermano menor no jugó con esos carritos de metal, éstos permanecían en su espacio por eso se mantienen muy conservado. Ahora bien, mi hermano tenía otros carros de plástico con los cuales si jugaba, incluso nosotras también.