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Temporada de mango

Llego la época en la que veo mango en todas partes, no solo en el campo, sino también en la ciudad, se ven los árboles frondosos y cargados; como para que no le falte a nadie, la considero una planta de fruto muy bondadosa. Hay diferentes tipos, en mi vida he probado varios sabores, incluso no todos son del característico color amarillo, hay unos hermosos con un tono casi rojo hasta parecen manzanas, pero solo uno es mi favorito.

El mango bocado es el único que me encanta, ha sido así desde niña, sobre todo cuando no está muy maduro, pero tampoco verde, es delicioso; sin embargo, no soy de las de comerme un balde lleno de mango. Puedo comer uno o dos y eso es suficiente; por años he visto mucha gente a mi alrededor deleitarse comiendo mango verde con sal o adobo, eso tampoco es mi fascinación, aunque lo he probado, pero no me conquisto. También muchos deben conocer el mango hilacha, por lo menos los venezolanos, es uno odioso desde mi punto de vista, que te deja ese hilo entre los dientes, no me gusta.

Hasta el día de hoy tampoco los he comprado, como lo hago con otras frutas, porque es que hay en todas partes y hasta los regalan; a pesar de que si los venden en mercados, supermercados y hasta en las calles. Incluso en la universidad hay muchísimos árboles o como coloquialmente le decimos “mata de mango”, desde hace unas cuantas semanas están supercargadas y caen al suelo los que ya maduran. Allí mi esposo aprovecho para traer no solo un mango sino casi un saco para la casa.

Al principio fue emocionante, porque los verdes se cocinaron para hacer dulce, se hizo jugo, helados; pero llega un punto en que ya uno no quiere más. Entonces ahorita hay pausa de mango en casa.

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