Ella es una gatita aguerrida. Con una fortaleza infinita.
Una sobreviviente.

Fue la única que por gracia divina permaneció luego de que su mamá y sus hermanos desaparecieran sin dejar rastro. Cómo si un animal depredador hubiera atacado su lecho y ella se salvó por esconderse, es lo que deducimos.

Cuando llegó a casa, era un manojito de pelos. Con unos ojos enormes que solo pedían protección.
Samiel, -el gato Alfa- no la soportaba, aunque pequeñita, para él representaba una invasión a su territorio. Hicimos un buen trabajo de aceptación y pronto ya estaban jugando juntos. Ella lo admira, adora dormir junto a él y acicalarlo.
Él a veces juega muy rudo, pero también la quiere a su forma.
Cada uno le ha enseñado al otro sus técnicas de cacería.

De bebé era muy dócil, las sobrinas la cargaban y achuchaban hasta el cansancio. Ella incluso pedía ser cargada. Supongo que el destete para ella fue muy temprano.

Un mal día, Diana fue atacada por perros callejeros, resultando muy mal herida. La encontramos moribunda y con hipotermia en el patio de la casa. Necesitó atención médica veterinaria y puntos de sutura. También terapia de ayuda para superar semejante ataque.
Los gatos que son agredidos, sienten herido su ego y suelen deprimirse hasta morir. La cuidamos, la cobijamos mucho, la acariciamos más de la cuenta y le dimos colecho. Ella pudo sentirse segura de nuevo y sobre todo a salvo. Hoy día, enfrenta a los perros cual fiera. Les ataca y les da zarpazos, supongo que generaliza y los ve a todos como una amenaza.

Diana es una gata con un apetito voraz, es chillona e intensa, a veces nos agobia con sus maullidos. Es una cazadora nata y una romántica de ver llover y estar dormida al aire libre, disfrutando el olor a verde y el sonido de las aves en nuestro pequeño paraíso. Adora los días soleados y odia los días grises. Ama retozar con nosotros, sobre todo con su papá humano. Existe una relación muy estrecha entre ambos, al punto de hacerme sentir a veces que estorbo.

Ella cambia de cama a cada rato y nos pone a inventarle nuevos lechos para que esté cómoda. Su colita en forma de bastón es única, yo diría que con vida propia.

Es una gata feliz, esterilizada, protegida y aventurera, con un espíritu salvaje, seguramente heredado de sus ancestros.
Es parte de nuestra familia y nuestro corazón gatuno.

Gracias a todos por leerme.

Todas las fotos son de mi autoría, algunas tomadas de mi cuenta personal de Instagram.