Agradecida primeramente con Dios porque solamente con el hecho de haberme permitido abrir mis ojos nuevamente, ya es una gran bendición para mí. En ésta preciosa oportunidad tengo el agradable placer de encontrarme una vez más por acá con el propósito de unirme a ustedes a través de la dinámica de hoy bajo la temática de "escritura".

Y de tal manera compartir con todos ustedes un cuento inédito creado por mí, referente a un koala que desperdició el único kiwi que tenía por otro que parecía estar mejor, sin imaginarse lo que le pasaría al final. Les hago la cordial invitación de seguir leyendo 👀 para que me acompañen en ésta nueva historia ✨ y ya sin más preámbulos, mi cuento dice así...

Érase una vez un koala que habitaba en los bambús más altos y hermosos del bosque "los cien acres", ese día estaba un poco afligido porque los árboles de kiwi estaban floreados y aún no habían desarrollado su carga; por gracias de Dios el señor koala aún tenía ciertos frutos almacenados.

Pero al pasar los días ya no le quedaban muchos sino que sólo uno; lo que le hacía entrar en un estado de tristeza al ver que ya no le quedaba para comer. Entonces comenzó a caminar, a dar vueltas por el bosque con el último fruto que le quedaba en mano a ver en donde conseguía otro árbol de kiwis con sus frutos ya maduros para él poder sustentarse.

Luego de tanto caminar, observó que en la parte más alta de un árbol estaba un kiwi entonces como no podía trepar con el que le quedaba en la mano, pensó fue en colocarlo un momento en el piso y trepar el árbol, en lo que ya casi tomaba el delicioso fruto del árbol, vino un periquito volando y le llevó el único kiwi que reservaba en el piso.

Él hizo todo lo posible por espantar el periquito, pero la verdad estaba muy lejos y no lo logró, entonces sin afligirse sino que con mayores razones y ánimos se esmeró mucho más en lograr alcanzar el kiwi del árbol... Luego de tanto esfuerzo logró tumbar el kiwi y cuando finalmente se sentó a degustarlo en lo que lo partió a la mitad observó que estaba dañado.

El señor koala muy triste y decepcionado se sentó bien afligido, luego comenzó a caminar y caminar viendo alguna posibilidad de encontrarse algún kiwi por el camino y pensando arrepentido que **nunca debió dejar el kiwi que tenía seguro en sus manos por otro que ni siquiera había palpado**, pasaron varios minutos y justo cuando iba pasando por unos arbustos se encontró una canastilla llena de kiwis detrás de uno de los arbustos.

El señor koala se alegró y regocijó en gran manera, estaba muy feliz y contento por la bendición que le había caído pues ya tenía suficientes frutos hasta que los de los árboles estuviesen maduros, entonces se sentó a dar las gracias por su provisión y finalmente a degustar sus deliciosos kiwis.