El corazón aguarda solitario por la cuarentena. El santo de la parroquia fue edificado en concreto, en una rotonda con vista al pueblo entero. Anteriormente las luces lo acompañaban, al igual que el concurrido sonido de los autos. Ahora, solo soledad y mi cámara, capturando la esperanza que muchos tienen en él.
Fotografías por @alinsonchangir
Decidí aprovechar el momento de la caminata nocturna para enfocar sus alrededores. En cada punto cardinal la penumbra se alza, mostrando una avenida vacía en las tempranas horas de la noche. Eran las 7:00 pm, aunque parecían los últimos destellos del tiempo.
¿Cómo fue que salí cuando debería estar en mi casa? Fue más bien un reto, y no solo me refiero al hecho de las estrictas reglas de la pandemia, sino por la inseguridad. Vivo en un pueblo dónde hay altos índices delictivos. Sin embargo decidí ir a tomar unas fotografías, no muchas porque temía que me arrebataran el teléfono. Aun así, pude fotografiar el panorama desértico y envuelto en sombras.
Fotografías por @alinsonchangir
El refugio de los lugareños se encuentra allí, en la rotonda, donde reside la esperanza de ver a un pueblo levantado de la crisis y a un país liberado de todos los males. Oran desde sus casas, no han renunciado a la fe. La imagen edificada de Jesús de Nazaret los acobija, alumbrado, es la única luz.
La historia del monumento data de una promesa. Los feligreses del lugar siempre han venerado a Cristo. La población es cristiana, y la fe se convierte en las procesiones donde se pagan juramentos anteriormente hechos al santo por milagros. La pandemia ha evitado la peregrinación de este año, aunque no ha detenido la esperanza de los lugareños.
Mi padre adelanto el paso, apresurado por vigilar el entreno. Los faroles solo alumbras los alrededores, más allá, las tinieblas cuidan sus dominios. Mis pasos parecían cohetes estallando por la acera, quería acercarme más para una mejor toma, con la dificultad de tomar las fotografías.
Fotografías por @alinsonchangir
Es que sacaba mi teléfono miedoso, preocupado por los malhechores. Lo admito, estaba asustado. Pero, valiéndome de mis manos pude capturar las fotos, ya más cerca del monumento. Quizás nuestras creencias sean distintas, pero la fe y la esperanza siempre serán una razón para creer. Tal vez la soledad inunde las calles por las noches, al igual que la tristeza y la incertidumbre, pero, mientras el corazón brille para todos habrá una razón por la cual seguir esperando.
Y hablo de su corazón: el corazón de Cristo. El monumento aguarda desértico, sí, pero rodeado del espíritu de los que se guardan en la fe. La cuarentena ha sido dura, y la crisis del país aún peor. Nuestro refugio se hace más fuerte por las noches oscuras, cuando el silencio se apodera de las calles.
Dicen que la fe mueve montañas, y peculiarmente lo creo. A pesar de tantas tragedias no nos rendimos, ni para tomar fotografías en círculos de peligro. Confiamos en el corazón para confrontar nuestros problemas y armarnos de valor. Él es nuestra mejor realidad, al igual que la esperanza que disemina. El monumento resplandece, y su luz acompaña a toda una parroquia que jamás abandonará su fe.
Fotografías por @alinsonchangir
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