¿Qué tal Criptomundo?
En este post les comparto mi última reflexión sobre las cenizas, en español. Esperaba desarrollarlo más pero por ahora esto es lo que comparto.
Gracias!
¿Qué son las cenizas?
Las cenizas son restos de vida, un pedazo de carne desgarrado de la Madre Tierra, entregado a un ser—ya sea animal o vegetal—que, por los caprichos del destino, ha acelerado su regreso a la tierra.
(30-Ene-2025)
Incluso los sueños son cenizas que se dispersan en el aire bajo el calor del sol.
(24-Feb-2025)
Exploración simbólica:
En diversas culturas y religiones, las cenizas llevan una profunda simbología. En el hinduismo, por ejemplo, las cenizas de la cremación son consideradas sagradas, encarnando tanto los restos físicos del fallecido como una conexión transformadora con lo divino. Las cenizas representan no solo un final, sino una transición, enfatizando la naturaleza cíclica de la vida y la muerte. Las cenizas nos recuerdan que de los finales surgen nuevos comienzos, un tema que se repite en muchos sistemas de creencias.
(Imagen creada con AI)
En mis estudios universitarios, encontré el mito del Fénix, un ave que resurge de sus cenizas, simbolizando el renacimiento y la resiliencia. Es una imagen poderosa que encapsula la esencia de la transformación.
De manera similar, en la cultura azteca, Quetzalcóatl, un dios que desapareció en el mar, probablemente se convirtió en cenizas cuando prendió fuego a su barco, prometiendo regresar un día. Este mito refuerza la idea de que la muerte y la renovación están entrelazadas, ejemplificando cómo las cenizas sirven como un puente entre mundos.
Reflexión personal:
Reflexionando sobre el significado de las cenizas en mi vida, reconozco las emociones complejas ligadas a la pérdida y al cambio. En nuestras creencias católicas, muchos albergan temores en torno a la cremación, viéndola como una ruptura con la tradición. Personalmente, sigo sintiéndome incierto sobre mis propias preferencias respecto a la cremación.
Hace una década, comencé un proyecto de libro que nunca se materializó- al menos, no hasta ahora; pero uno de mis mini-poemas capturó mis pensamientos sobre la mortalidad:
Qué me entierren bajo ese árbol; algún día lo convertirán en libro...
Este sentimiento no habla de la cremación, sino más bien de un deseo de integración natural con la tierra después de la muerte. Una integración lenta, como si la carne y los huesos se pudieran volver cenizas lentamente hasta integrarse a la tierra nuevamente.
Entre mi familia, solo mi hermano mayor eligió la cremación. Su formación en Humanidades y Literatura probablemente influyó en su decisión, marcándolo como un rebelde... No crecimos juntos, y con su fallecimiento en 2010, perdí una perspectiva única sobre la vida que podría haber enriquecido mi comprensión de la muerte y la transformación.