Luego de una pausa he querido compartir un poco con ustedes, partiendo quizás de mi experiencia de vida, a la cual considero, nadie está exento, todos en algún momento de nuestra vida podemos transitar por situaciones difíciles que terminan sacándonos de nuestra zona de confort, transformándonos de alguna manera durante el proceso.

Existen circunstancias o eventos que inevitablemente nos paralizan y sentimos como si el reloj del tiempo y de la vida se hubiese detenido, sin embargo no es así, la vida continúa, quién se paraliza es uno. Nuestras emociones encontradas nos abruman sin entender muchas veces, que esto pasará.

Indudablemente episodios de nuestra vida que pueden ser un cierre de ciclos, y los cuales irremediablemente debemos entender como tal, como es la experiencia de perder a un ser querido, un cambio de empleo , una ruptura sentimental, la situación pandemia, una mudanza, la crisis económica, entre otros, se puede convertir en detonantes para bloquear nuestra respuesta ante la realidad y llevarnos a vivir una situación de duelo

Es por esto que, independientemente de la situación, considero que es necesario vivir nuestro duelo y dejar que todos los sentimientos relacionados a esta situación puedan ser drenados, para poder avanzar y recuperar nuestro equilibrio. Es ese proceso de aceptación, tan necesario para continuar. Creo firmemente que no existe tiempo o espacio, cada proceso es único

Decía una autora la cual leí en algún momento , qué cada uno de nosotros carga a cuestas su morral, en el cual vamos colocando todo lo que vivimos y que es necesario para poder avanzar , vaciar ese morral. Yo diría, desengancharnos de las cosas, de las emociones que nos afectan, para poder dejarlas fluir sin ataduras. Esto se reflejará en nuestro convivir, en nuestra interrelación con los otros, en las diferentes facetas de nuestra vida.

Es necesario plantearse una dinámica de vida, dónde podamos llenar nuestros espacios con actividades que ayuden a mantener la mente activa y ocupada.

Trazarse nuevos proyectos y metas de vida, reinventarse cada día, dando gracias a la vida por los pasos andados y por los que quedan por andar.