Lunes de escritura / La casa misteriosa

Cuentan, que su primer dueño y constructor fue un trinitario de apellido Manson venido al país a principios del siglo XX con su esposa y sus dos hijas. Para la época ese sector de la ciudad era una zona rural que se accedía a través de una carretera de tierra que pocos transitaban. La historia comienza cuando dos amigos, aventureros y mineros pasaban por allí, uno montado en su burro y otro en su viejo caballo, al pasar por el frente de esa casa, de manera repentina se comenzaron a escuchar unos sonidos parecidos a un quejido que perturbaba la tranquilidad de la noche y que los hizo estremecer de turbación, inmediatamente escucharon una voz fuerte que parecía venir de ultra tumba y les gritaba ¡tu may! ¡tu may! Con movimientos intestinales bruscos y clavando las espuelas en sus animales salieron a todo galope de ese lugar gritando ¡la tuya! ¡la tuya!

Después de dos semanas y de regreso por el mismo lugar y en horas de la tarde, al detenerse al frente de la casa notaron que no se veía a nadie por lo que decidieron llamar, así los dos amigos empezaron ¡Hola buenas, hay gente en la casa! Pero no hubo respuesta, por lo que valientemente abrieron el pequeño portón de madera y procedieron a entrar cautelosamente en el terreno que los conduciría a la entrada principal. Al llegar, tocaron la puerta pero otra vez nadie respondía, se asomaron por la ventana y no había nadie excepto un desorden como que había ocurrido una gran pelea, pero al dirigirse a sus bestias les volvieron a gritar ¡tu may! ¡tu may! Por lo que nuevamente y esta vez con una mano atrás y la otra adelante montaron rápidamente en sus bestias partiendo de allí apresuradamente no sin antes gritar con arrechera ¡la tuya! ¡la tuya!

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Poco tiempo después, se corrió la noticia en aquel pueblo, que aquella familia que habitaba en esa casa había desaparecido sin dejar ningún rastro o alguna información de su partida.

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Con el correr de los años, la casa fue deteriorándose ya que nadie volvió a vivir en ella, allí permanece todavía su estructura pelada, sin techo, sin ventanas, llena de maleza y visitada solo por los animales salvajes que deambulan por esos lugares. Esa casa también llegó a conocerse también entre la gente de aquel pueblo con el nombre de ¡Tu May!