Desde el balcón que ahí había, teníamos una excelente vista del golfo de Cariaco. Se podían apreciar el paso de las nubes, el cambio en los colores del cielo, la fauna y flora y fenómenos atmosféricos.

Los amaneceres lluviosos, los arcoíris que aparecían tras las lluvias y los tonos de grises que formaban parte de la composición me entretenían. También, había ocasiones en que la superficie del agua era calma y transparente lo cual me permitía disfrutar de la fauna marina como si estuviera viendo una pecera.

Justo en este momento de mi vida estoy triste porque desearía volver a estar en un lugar así. Sólo que esta vez, quisiera que fuera con mis recursos. Estoy segura de que mis gatas también extrañan ese ambiente.

Casi todos los días bajaba a caminar a la orilla. Dicen que caminar en la arena y recibir el litio del mar es bueno para la salud. Es cierto: mi tensión bajaba, respiraba hondo sin darme cuenta y me sentía en completa paz.