Resulta que es la primera vez que pasamos una navidad fuera de la tradición. Hace tres años que estamos fuera de nuestro hogar, lejos de nuestra gente, lejos de la tradicional navidad que tanto nos encanta. Y cada año tratamos en lo posible de recrear esa tradición bonita con la que crecimos, pero por mas que nos esforzamos, siempre parece haber un vacío en nuestro corazón. No se siente igual, nada es lo mismo.

Este año nos rendimos, ni siquiera lo intentamos, nos resignamos a una navidad triste, en un lugar donde no se sentía el espíritu navideño, solo nosotros y nuestro hijo, sin nadie con quien compartir. Una verdadera tristeza porque terminar el año triste de alguna manera te hace sentir que has vivido todo el año tristemente y que nada ha valido la pena.

Esa mañana mientras lavaba los platos sucios pensé en todas las veces que soñé con aventuras divertidas y los muchos anhelos de hacer cosas fuera de lo común, cosas extraordinarias que rompieran con los moldes de la vida que tuve siempre. ¿Entonces qué estábamos haciendo? ¿Por qué nos habíamos resignado? Aun podíamos disfrutar del día.

Convencí a mi esposo de que fuéramos a la playa. Vivimos en una ciudad costera y aunque la playa no es apta para bañarse debido al fuerte oleaje, nada nos impediría correr por la orilla y tomar el sol. A mi esposo le costó aceptar, porque eso no es lo que se hace navidad siempre, es algo extraño, pero al final decidió que sí.

Nos preparamos con todo lo necesario y el más emocionado era nuestro hijo, llevaba su juguete nuevo para estrenarlo en la arena. No les puedo explicar la experiencia.

De camino a la playa

Nada mas llegar pude sentir una tranquilidad increíble, como aun sin bañarme, las olas se llevaban toda esa angustia de no hacer la navidad perfecta. Fue maravilloso.

Mi esposo enseñó a nuestro hijo a hacer castillos de arena y corrimos por la orilla mojándonos los pies de agua fría, mirando cangrejos y caracolas. La fuerte brisa marina despeinándonos, el sol bañándonos la piel, la sonrisa de ellos en el rostro, me sentí realmente feliz.

Estrenando su juguete nuevo

Jugando en la orilla

No hubo árbol de navidad, no hubo canciones tradicionales, no hubo luces ni decoración, pero les aseguro que fue perfecto, porque la navidad está en nosotros, cuando decidimos terminar el año con una sonrisa sin importar si hay regalos o no, si hay compañía o si no la hay.

Al final de día me di cuenta de que éstas son las cosas que siempre anhelé. Experiencias como ésta, vivir fuera del molde para poder recordar esos momentos por siempre y que no pasen desapercibidos. Jamás olvidare ese día.

¡Gracias por leer esta linda experiencia que quise compartir!
Espero que también encuentres las navidad dentro de ti, no solo en lo que está a tu alrededor.

Fuente

Todas las fotografías son de mi propiedad, tomadas con mi teléfono Huawei LX3