La estructura orgánica que los árboles proporcionan, no solo sirve para hacer muebles y pasta de papel, sino que, según un saber muy extendido, su simple contacto con la mano es capaz de alejar la malaventura y, por tanto, de refugiar al interesado en el grato seno de la buena fortuna.
No importa el país, basta el anuncio de un próximo y deseado acontecimiento para que el agraciado diga toco madera, con la esperanza de que tal expresión espante toda mala suerte que pueda cernirse sobre el frágil futuro de los seres humanos, y son muchos los que ante la presencia de un gafe o de otros generadores de infortunios no se conforman con el conjuro verbal.
