Ser estimadas por Dios de esa manera tan intensa me lleva a reflexionar en cuan importante somos cuando cumplimos este rol de ser virtuosas. En ocasiones solemos quebrarnos y es normal pero no nos quedamos en el suelo, nos levantamos y seguimos adelante porque sabemos que algo mejor nos espera. Somos la esencia misma de la constancia, ejemplo de admiración, somos ese buen perfume que destila en medio del caos y desesperación.

     Como no festejar una fecha tan importante dedicada a nosotras, como dejar a un lado los reconocimientos que merecemos por todas esas lágrimas que el mundo exterior no ve pero que están allí producto de quizás un día difícil, de algún fracaso que nunca falta porque nos ayuda a aprender, de la partida de un ser querido, merecemos eso y mas, merecemos ser respetadas y amadas, merecemos sentirnos bien con nosotras mismas ignorando la opinión negativa que tengan los demás hacia nosotros.

     Y aunque ante la sociedad muchos nos caracterizan como débiles, somos mas fuertes de lo que muchos pueden llegar a pensar, no es necesario demostrar lo que poseemos porque el ser genuinas es algo que llevamos dentro.

      Definitivamente Dios no se equivoco al crearnos, vinimos con un propósito a esta tierra, hacerla fructífera mediante la hermosa bendición de ser madres, hombres y mujeres que serán el futuro de un mañana producto de la grandiosa creación de Dios, no tan solo eso también somos una guía en medio de situaciones difíciles de controlar porque la sensatez que poseemos nos lleva a razonar. Sin duda alguna tenemos un sello especial, difícil de imitar.