La palabra es un arma que puede ser de mucha utilidad. Pero también puede aniquilar. En este sentido, escribiré un ensayo partiendo de esta idea.

Cuando era pequeña, llegaban a mi casa muchas mujeres con sus hijos pálidos y con vómitos, buscando a mi mamá para que les rezara la "lombriz". Mamá las recibía, y dejaba de hacer los oficios del hogar para atenderlas. Les pedía que le llevaran un "cuarto de ron" y una vela blanca; entonces, mamá se tomaba en un solo trago media botellita, masticaba ajo, y ponía sus manos sobre la barriga de los niños, para rezar unas oraciones indescifrables para mí, pues nada se entendía. Era un especie de "mantra", que yo llamaba "murmullos sanadores". Lo increíble de todo esto era que luego de que mamá hacía todo ese ritual, los niños vomitaban y como por arte de magia la palidez de estos desaparecía.

En la época de mi infancia no le daba ninguna importancia a esa actividad que realizaba mamá, pero cuando comencé a madurar me preguntaba: ¿Cómo mamá podía tomar tanto ron en un solo día, y ni siquiera sentírsele "tufo"? ¿A dónde iba a parar esa cantidad de alcohol? ¿Qué oraciones decía? ¿Era mamá quién rezaba o ella era un "medium" a través del cual se lograba sanar a los niños?

Un día logré conversar con mamá sobre este tema, que ella, por una razón extraña, no le gustaba tocar con nadie; entonces me contó que ella había heredado esa oración, que era del "Negro Felipe", y por eso quien bebía era él; y no ella. Con respecto a lo que la oración decía nunca nadie supo. Pero hubo algo muy importante que mi mamá me dijo y que siempre lo he tenido presente:

Las palabras como las oraciones necesitan caer en buena tierra para que dé frutos.

¿Qué significa esto?

Que las palabras solo tienen poder cuando quien las escucha las valora y cree en ellas.

Esto es tan cierto que existen personas que dan "testimonios de sanación", porque sienten que han sido bendecidos por la palabra de Dios o por algún "espíritu". Es a lo que muchas personas llaman FE. Y es que la fe es "creer en lo imposible"; y acá volvemos a lo que ya antes hemos mencionado: Creer para ver.

Solo el que cree puede esperar el milagro de la sanación, y son en esos casos en los que se dice que la "Palabra tiene poder". Pero hay personas que son como Santo Tomás, y necesitan: "Ver para creer". En estos casos, la palabra tiene que luchar contra la barrera de la incredulidad; y a veces no sale victoriosa en esa lucha, con lo cual podemos decir que el poder de la palabra no está en la palabra misma, sino en la mente del hablante y del oyente. Esto aplica para todo: para las religiones, para las artes como la poesía, la narrativa, la música, incluso para el amor, ya que muchas veces nos enamoramos de las personas por la forma cómo estas hablan; y también nos decepcionamos con solo escucharlos hablar.

Dicho todo esto, no me cabe la menor duda de que el poder de la palabra puede ser salvador, pero también letal.

Me gustaría invitar a @casv, @elider11 y @genomil. Aquí la información