No abundan dentro del mundo científico mujeres inventoras. Sin embargo, Stephanie Kwolek, inmigrante polaca, nacida en los Estados Unidos, el 31 de julio de 1923, logró abrirse paso dentro de este escenario dominado por los hombres para crear un polímero, salvador de vidas, como es el kevlar.

Stephanie tenía vocación para estudiar medicina, pero debido a los altos costos de esta carrera, realizó el Bachelor of Science (Bachiller Universitario en Ciencias) en química, en la Margaret Morrison Carnegie College, de donde egresó en el año 1946, a los 23 años de edad.

Al graduarse, ingresó a trabajar en la empresa DuPont, donde le encomendaron encontrar una nueva fibra sintética a través de policondensación, que fuera más resistente al nylon, a fin de utilizarla en la elaboración de neumáticos.

Lo cierto del caso es que Kwolek realizando los experimentos con los polímeros halló que:

En vez de obtener soluciones transparentes y viscosas, lo habitual a la hora de disolver nylon para su posterior hilado, solía obtener soluciones opacas y fluidas cuando experimentaba con esos nuevos polímeros. Por eso, aparentemente, aquellos eran experimentos fallidos. Un día y por alguna razón, Stephanie decidió no descartar una de aquellas muestras y se la llevó al técnico para que la hilara.

Pese a las negativas del técnico para hilar la sustancia, ya que temía que se dañara el funcionamiento de la máquina, Kwolek lo convenció y de allí salió el kevlar, un polímero cristal líquido, cuya formación de hilos se asemeja en resistencia al acero.

Este hallazgo científico de Stephanie le permitió a la DuPont comercializar el kevlar , desde el año 1972 hasta la actualidad.

Este polímero se utiliza para la elaboración de chalecos antibalas, en la fabricación de piezas aeroespaciales, en la elaboración de de raquetas, esquíes, de guantes, cascos y otros.

En el año 1994, Kwolek ingresó al National Inventors Hall of Fame, siendo la cuarta mujer en lograrlo.

Trabajó 40 años en la DuPont y se jubiló a los 63 años de edad. Murió el 18 de junio de 2014, a los 90 años.

Para cerrar quiero dejarles una frase valiosa de Kwolek:

Creo que hay que inspirar a la gente joven para que crean en ellos mismos y no tengan miedo a pensar de forma diferente.

Pensar diferente te aleja del montón y te acerca a la inmensa minoría de científicos.

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