Cuando la vi por primera vez sentí que los milagros sí existen. Mis hijos nacieron siendo yo muy joven, mi vida siempre estuvo llena de responsabilidades y no tuve tiempo de detenerme a saborear la vida y encontrarle sus matices. Simplemente me dejé llevar que es lo que suele ocurrir a esa edad. Más tarde cuando llega la etapa de madurez y descubres que la naturaleza que siempre había estado allí y no te habías detenido a contemplarla, comienzas a conocer a las personas por lo que son y no por lo que aparentan ser, te das cuenta que los valores pesan y son difíciles de cultivar o descubrir. Este preámbulo es para que entiendan por qué escojo a mi persona favorita. Gala es el amor más puro que he sentido jamás. Todavía es como el cristal, frágil y transparente. Sé que la vida la irá moldeando como a todos pero en este momento es así y también sé que tiene un gran espacio por llenar. Cada vez que puedo contribuyo regalándole una palabra que ilumine su mirada. Me siento orgullosa cada vez que obtiene un logro. Es tan pequeña... y ya se exige a sí misma intentando aprender cada día algo nuevo. Tengo claro que el ciclo de la vida nos va ajustando a su antojo. Que quizás la suya no sea como hoy la sueño por eso trato de sembrar en su tierra fértil los brotes de bondad que la guiarán mañana. Mi persona favorita se convierte en sonrisa cada vez que me acerco a ella. Sus abrazos borran el frío del invierno y me hacen sentir viva. Gala es mi nieta. El día que la tuve en mis brazos sentí el amor más profundo y diferente que he sentido jamás. Es el milagro de la vida que pasa frente a nosotros y estamos tan acostumbrados que ya no nos sorprende. Si me detengo a analizar cada uno de mis actos desde que llegué al mundo, me doy cuenta que cada detalle contribuyó a que hoy pueda tomarla de su pequeña mano y guiarla al menos en una pequeña fase de su camino. Gala tiene 6 años. Siente pasión por la lectura, ama el arte y es mi nieta. Es mi persona favorita por lo que representa, por su inocencia y porque no puedo pasar ni un día sin escuchar con su voz cantarina cuando me dice ¡Yaya te quiero!