Querida Yaiza, querida niña con nombre de princesa guanche:
a tus cuatro años de edad, el día 31 de mayo de 2021, en Sant Joan Despí, provincia de Barcelona, donde vivías, tu madre te asesinó para castigar a tu padre. Escribo estas líneas para pedirte perdón a ti, a tu desconsolado padre y a cuantos te conocían, porque no lo supe.
Diez días después de tu tragedia, hemos sabido que otra niña murió como tú: primero narcotizada y después ahogada; tú por una bolsa, ella en el mar. Qué ha tenido ella que tú no tuviste, me pregunto. De ella sí lo supe, sí lo seguí y sí me horroricé y por eso lo publiqué. Pero quedé en deuda contigo, con tu padre y los tuyos y con todos los niños que no hayan tenido quien los recordara en su dolor y su final.
Tu muerte no la supe porque a nadie le importó, no fue titular y apenas se mencionó de pasada en algún telediario. Tu muerte no importó a la inmensa mayoría de los periódicos. De ti no quiso saber ninguno de los directores de esos programas dedicados día y noche a retorcernos las entrañas con las muertes de Olivia y Anna, sin cesar, una y otra vez sin descanso, entre un paquete publicitario y el siguiente, escudriñando pormenores de sus vidas que nadie necesita saber. Tu muerte no importó a este presidente que se deshizo en condolencias cuando se confirmó la muerte de Olivia y que de ti nada supo. Tu muerte no importó a la reina consorte, que derramó lágrimas por Olivia y que de ti nada supo. Tu muerte no le interesó a una a quien pagamos enormes emolumentos por ser ministra de Igualdad y que de ti nada supo o nada quiere saber. Tu muerte no importó a esa multitud vociferante que se manifestó ayer, viernes, en las ciudades más importantes de España, entre los que nadie te mencionó porque de ti nada saben o nada quieren saber.
Yo te pido perdón, querida Yaiza. Publicaré esto donde publiqué lo otro. Algunos dejarán la condolencia, pero no igualarán a las del otro caso. No esperes que tu muerte importe lo mismo que las otras. Doler dolerá lo mismo, pero es que la tuya no vende. A esto lo llaman igualdad. A saber por qué.
Descansa en paz, querida niña Yaiza. Dale besitos a Olivia y Anna, que también son princesas como tú, y vivían en esta tierra de las princesas guanches.