Vengo a contar un caso bastante curioso.
Como punto de partida, últimamente sufro bastante de estrés, hasta el punto de haber estado hospitalizado hace unas semanas tras varios sucesos un tanto traumáticos ya que al intentar dormir no podía hacerlo por los espasmos que el dolor en el pecho me provocaba.
Pues, por derivadas de la vida, largas y sin interés alguno para el lector, vuelvo a los 22 años a casa de mis padres, dos personas, una, controladora compulsiva por herencia matriarcal ante diversos sucesos familiares; otra, adicta al trabajo y con tendencia a considerar el hogar como parte de su negocio y a mi como un empleado más. Cabe decir que el negocio familiar está bajo la vivienda familiar, lo que incrementa el vínculo entre ambos espacios.
Así es la cosa que cuando escucho a alguien subir por las escaleras, que comunican hogar y negocio, me entra pánico. No son 22 años, pero quizá si 12, los que cada vez que escucho subir a alguien por esa escalera (un sonido que, al haber eco, retumba en toda la casa), se que viene una reprimenda o un encargo para el negocio familiar. En el mejor de los casos, una ignorancia o desapego hacia mi que me libra de tareas que no son propias de mi modo de vida o de mi ser, pero, como ya he comentado, últimamente los dolores en el pecho que acompañan a mi estrés se corresponden con esos agónicos 2 minutos en los que sube alguien.
Esos dos minutos en los que dejo lo que esté haciendo, en los que dejo de pensar en lo que esté pensando, en los que me siento mal por no estar en el negocio familiar, solo pienso "¿quién vendrá?", o, "¿qué querrá ahora?".
En cualquier caso: nada bueno. Es famoso el estudio de las ratas y los botones para introducir comida en su jaula o dar calambre respectivamente. Pues esto es lo mismo, pero con una sola variante. Y así descrito, tanto como reflexionándolo, es increíble cómo ciertas conductas asociadas a simples actos como subir unas escaleras, repetidas durante tanto tiempo, consiguen derivar en un impulso cerebral/nervioso/sentimental de tanto calibre.
Desde luego, parece que las herencias no solo son materiales, sino también mentales, influyen en nuestra conducta. Espero pensar en la perspectiva de mi hijx dentro de 10-15 años y no ser el responsable de asociaciones de esta calaña.
pues si, claro esta que lo q la familia nos trasmita nos llega muy adentro.
Pero también a veces, llega la hora de decir hasta aquí, no pienso hacerles caso.
Y hacer tu propia vida a tu manera, a tu gusto, con ganas, fuerza y energía.
Acabo de escribir un post sobre la felicidad, pasate a verlo
Te dejo el link pincha aquí
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Se me pone la piel de gallina de leerte, he sentido tu estrés y tu angustia cuando he pensando en el sonido que describes de las escaleras, yo te entiendo.
Creo firmemente que los hijos pueden trascender el karma familiar, se fuerte y animo!
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