Mi Itinerario Personal.

Gracias a los relatos de mis padres y mis hermanos, fieles compañeros de mi infancia, se produce en mí una conexión con las cosas de la vida, como cuestionarse el hecho de que nacemos para morir.

En mis años de secundaría, un accidente que me mantuvo en reposo por casi un año, me hizo interesarme en la lectura. Leí a tantos buenos escritores latinoamericanos.
Mis estudios de pregrado en Arquitectura no pudieron ser en Caracas, pero se me presentó la oportunidad de estudiar en el núcleo de la UCV en Barquisimeto. Allí me encontré con muchos adultos que me enseñaron con sus experiencias de vida. Cada día, yo disfrutaba y aprendía sobre arquitectura, filosofía, historia y tantas cosas relacionadas que sin saberlo, me impulsarían a la docencia. En la formación académica, los textos hablaban de Filosofía. Allí leí la obra de Immanuel Kant y Gastón Bachelard, pero además conocí al Arquitecto Jesús Tenreiro, también amante de la filosofía. De ahí en adelante, mi lugar de estadía favorito en la UCV era la Biblioteca, y muy especialmente los libros y revistas de arquitectura y de Filosofía, los cuales devoré como autodidacta.
Graduado de Arquitecto, me inscribí en una Maestría en Educación en la Universidad Experimental Simón Rodríguez, la cual no culminé pero dejó una semilla de curiosidad cuando cursé Ética, Estética y Valores con el profesor José Girálico. En esa época ingresé a un círculo de lectura de filosofía donde estudiamos la obra de filósofos clásicos y contemporáneos. Además, juntos hicimos un seminario cuyo nombre era Filosofía y Mitología, bajo la conducción del Dr. José Manuel Briceño Guerrero.
Tras ser contratado por la UCV, núcleo Barquisimeto, como profesor de Diseño Arquitectónico, y empezar a prepararme en el componente pedagógico, descubrí mi vocación para la pedagogía. Asimismo, me animé a realizar la Maestría Investigación Educacional, para fortalecer las bases de mi transitar esta vía de los saberes, ya que la orientación académica de la escuela de Arquitectura de la UCV es totalmente distinta. Por ejemplo, una monografía final de la carrera es un boceto, que a todas luces no sigue la estructura tradicional del método científico.
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La vida me dio otro duro golpe, un problema de salud me limitaba la visión, luego se determinó que el problema era cerebral y eso no me detuvo, lejos de asustarme o paralizarme, me impulso hacia adelante a luchar con todas mis fuerzas, me obligue a superar esta mala noticia y hacer lo necesario para salir adelante. Gracias a los médicos, a la familia y a la disciplina que junto al deseo de vivir y con mucha determinación logramos vencer. Luego de este capítulo de mi vida decidí continuar mis estudios superiores.
En la Universidad UPEL-IPB, conocí a varios docentes de gran altura académica, humildad sin límites y una sensibilidad humana fuera de serie. Me permito destacar la figura de los Doctores Nereo Mendoza y Luisa Mendoza, quienes me mostraron el goce de aprender de una manera fresca, humorística, respetuosa, conceptualmente profunda y filosófica. Académicamente, cada encuentro con ellos constituyó una jornada que me nutrió el intelecto y el espíritu.

En este punto de la vida me encuentro ahora, pero reflexiono y pienso que soy siempre una posibilidad de ser. Soy un arquitecto, un artista plástico, un docente, un investigador, un ser humano. Vivo pensando y cuestionando. Esa es mi búsqueda que no termina.