Desde niño he estado vinculado al karate; empezó siendo una actividad que solo hacía por complacer a mi padre, pero rápidamente se convirtió en una pasión y un pilar en mi formación como persona, atleta y ciudadano. Hice karate do, shoto kan, hasta los 15 años; a esa edad mis intereses cambiaron y lo abandoné, hasta hace 3 meses que me decidí a retomarlo, luego de 21 años inactivo. Definitivamente tardé demasiado en volver al dojo pero estoy más motivado que nunca con mis entrenamientos. Tengo un shihan (maestro) del que da gusto aprender y ahora mi hijo se ha interesado en entrenar también, cosa que me motiva aún más.
      Actualmente soy cinturón marrón 3er kyu y estoy preparándome para pronto presentar mi examen de cambio de grado a 2do kyu. En la foto, hago el kata jion, uno de los katas que debo presentar en mi examen.

     Bajo el agua entramos en otra dimensión; las leyes de la física varían, la perspectiva cambia, el efecto de la gravedad no es igual. Es un mundo casi infinito y en su mayoría desconocido. Disfruto al máximo colocarme una careta y sumergirme en ese compendio de corrientes y criaturas que te rodean y te hacen sentir que eres una pequeña partícula flotando en la inmensidad de ese azul multitonal.