‘‘La Diferencia entre quien alcanza el éxito y quien no lo alcanza es muy mínima’’.
Napoleón Hill.
Así es: la distancia es muy inferior a lo que se considera esperar. El éxito puede llegar a medirse hasta en centímetros.
¡De verdad, en centímetros!
Solo imagina por un momento la final de los 100 metros planos en unos juegos olímpicos, todos los atletas han pasado tiempo preparándose tanto, física como mentalmente, con entrenamientos y dietas especiales y al final, todo se decide en segundos de carrera.
¿Cuál es la diferencia entre el ganador y el que llegó en segundo lugar¬?
Fácil, milésimas de segundos.
Lo único que se necesita para ganar una medalla de oro es ir unos centímetros por delante. Al cabo de unos días, todos recordaran al atleta que obtuvo la medalla de oro y nadie se acordara de quien se llevó la de plata y la diferencia entre ambos habrá sido mínima.
De igual forma ocurre en nuestra vida: una pequeña diferencia puede ser de suma importancia. Que un profesional gane tres veces más que uno de sus colegas, no significa que sea tres veces más inteligente. Que un estudiante saque notas dos veces superiores no significa que sea dos veces mejor que sus compañeros. No obstante, ahí está la diferencia entre ganar dinero y no ganarlo, entre aprobar un curso y no aprobarlo, entre ingresar a la universidad o tener que prepararse un año más para aprobar el exámen de ingreso.
ESA PEQUEÑA DIFERENCIA ES LA CAUSA DEL ÉXITO.