En la reunión con D'CORPORATION esa misma tarde a las 3:00 pm en sus instalaciones en New York, Sebastian Collins sudaba por la curiosidad de mirar un rostro (del presidente de D'CORP), aún se preguntaba quién estaba dándole la espalda en ese asiento algo más grande que el resto, provocando que tragara saliva, sus pupilas se dilatasen y se perdiera en sus pensamientos (¿qué pasará si meto la pata?, ¿es buena idea hacer trato con ellos?, debo agradecerle a John... No creí que fuese capaz de darme un discurso motivacional, ¿por qué me entregó un sobre a la hora del descanso?), hasta que...
-En efecto, Sr. Collins. Lo que dice mi colega es razonable.- Sebastian se mostró perdido y trató de controlarse. - ¿qué puede ofrecernos? si nuestros servicios cubren el mercado internacional.
-Es... Corr *tragó saliva*, es correcto, solo puedo ofrecerles algo importante y es ¿seguridad? - las miradas de los que estaban alrededor de la mesa ovalada se centraron en Sebastian.
-¿Seguridad?, ¿siquiera usted puede creerlo?, su manera de decírmelo no inspira confianza. - Sebastian tenía un traje de color beige, creía que podría hacer una gran impresión mostrando su corbata púrpura más costosa... Solo hizo el ridículo.
-Si... Seguridad- metió su mano en el bolsillo dentro de su saco; <<no sé que habrá dentro de esta carta, espero que tengas razón John>>pensó , retiró la carta, la abrió con sus dientes de manera certera. Al comenzar a leer, su expresión cambió, observó el terror junto con una oportunidad de chantaje tan grande que si se descubriese, adiós a la ICS - Es por esto señores, la información que tengo en mis manos es- los suspiros de los miembros de la mesa ejecutiva callaron la voz apagada de Sebastian le fué interrumpido por el presidente de D'CORP.
-Vaya, diste una excelente presentación, debería felicitarte Sr. Collins su audacia fue legendaria en estos momentos y eso se ve poco con esta crisis.
-¿Crisis? ustedes están en números verdes.
-Siempre lo estamos. Es usted inteligente Sr. Collins, vino a servirse de los grandes pedazos de esta torta corporativa que gozamos, me ha demostrado que es capaz de conseguir información peligrosa y eso puede ser perjudicial para su salud, dese cuenta de algo, ¿qué es lo que realmente desea?. Usted vino aquí como un perro herido intentando impresionar a una manada de lobos gigantes, pero, mostró los colmillos Sr. Collins.
-Quiero sellar este contrato, no es negociable, ustedes pidieron ayuda y nosotros se la brindaremos. Quizás su analogía de lobos sea muy buena, pero no me ha dado la cara desde que estoy aquí.
-No se preocupe, usted ya ha visto fotos mías, simplemente disfruto de esta hermosa vista que la ciudad de New York puede brindarme. Solo me ha dicho con quejas, que es lo que quiere... Alguien de su querida ICS es lo idiota para ayudar a su jefe para que acepte este contrato. Yo sé que tiene a alguien que le facilitó esa información.
-Si quiere conocerlo, firme.
-Está bien, perfecto. Todo sea de acuerdo a su criterio, le dejo los datos de D'CORPORATION en sus manos.
Con esto, todos los miembros de la mesa ejecutiva, consejeros y el presidente firmaron el contrato con la ICS. Sebastian estaba molesto por su falta de autoridad pero también estaba feliz porque logró lo que quería, otro sentimiento se mostraba en él (la envidia) -¿cómo John sabía esto?- ahora las preguntas salían de su cabeza nuevamente, así que planeó una cena para el viernes con las personas de confianza de la ICS.
En mi cubículo, Rose Smith, la persona quién me había invitado a almorzar me informó sobre la firma del contrato, no me sentía tan bien, ni tan seguro, de hecho esperaba un golpe o un robo, pero ya había hecho lo que tenía que hacer, transcurría la tarde hasta que llegó Sebastian con la noticia.
-Escúchenme bien, hoy ha sido una victoria, pero no es para celebrar... No hemos ganado la guerra, ni hemos inventado la cura contra el cáncer... Lucas.
-¿Si?.
-Quedas despedido, retira tus cosas y pasa por mi oficina cuando termines; el resto siga con su trabajo.- Se acercó a mí y mencionó- Estás invitado el viernes a mi departamento, si deseas puedes llevar a tu esposa.
-¿Qué pasa con Lucas?.
-Estará bien, es solo una broma porque el quiere irse de la empresa, más cuando pase por mi oficina tendrá que acomodar sus cosas, porque es ahora mi mano derecha, por cierto, muchas gracias. El resto de la tarde solo fue pesada, no quería irme de mi cubículo, era el único lugar que podía sentir seguro; al menos ese era mi sentimiento, pero no sabría que hace al llegar a casa, ya sé que Christa está allí esperándome y el señor <<X>> dijo que la evitase, ¿qué debo hacer?.
Al llegar a la casa, esta se sentía diferente, había alguien (obviamente Christa), las luces estaban encendidas y producía un calor agradable para el invierno que se acercaba cada vez mas. Solo por razones desconocidas toqué el timbre, escuché un grito de una mujer .-¡Si eres tú John, no es chistoso!- así que mi razón desconocida era de una broma mal hecha, no sabía realmente que iba a probar al intentarlo, pero no perdía nada. Entré y medité un poco sobre lo que estaba pasando en mi vida, luego un pensamiento extraño sobre si debería abandonar todo lo que estoy haciendo y asumir esta vida tranquila y criar una niña sin saber si realmente es mi hija (¿estoy aceptándolo?).
-Hola John, bienvenido.- Esa voz dulce provenía de la cocina, caminé con cautela y mi jaqueca aumentaba con cada paso. podía escuchar pequeñas voces como si algo estuviese mal, asomé mi cuerpo a la entrada del comedor.
Esa mujer estaba intentando sacar algo del horno, cuando distinguió una parte de mi (ha de ser mi zapato... Creo) gritó -¡John!- soltó el pañuelo que envolvía su mano para retirar un pastel, también soltó un insulto a una quemadura que recién se formó, parece haberlo intentado muchas veces. Se abalanzó sobre mí, rodeando sus brazos en mi cuello y besando mi rostro como si fuese un marine que regresó de la guerra, podía sentir como las lagrimas caían en mis mejillas, le cargué y senté ;podía escuchar sus latidos, eran tan fuertes que me hicieron preocupar, tomé el pañuelo y el guante de cocina, serví el pastel sobre las hornillas de la cocina y dije - esperemos un poco - cuando volví la mirada hacia a ella, pude detallarla. Una mujer pelirroja de unos 28 años (aproximadamente), tenía una cabellera larga hasta el pecho, vestía una camisa azul con unos pantalones negros estilo moderno donde destacaba su placa policial, calzaba unos tacones no muy altos, además, su sonrisa desviaba el hecho que estaba llorando... Sus ojos verdes se centraron en mí y no me hicieron sentir cómodo (esta mujer me conoce y conoce mis pecados), ese momento sentí culpabilidad pero no tenía que sentir eso, ¿verdad?.