Dice la Declaración Universal de los Derechos del Hombre: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón..."
Qué risa... y al mismo tiempo, qué pena.
Tenemos la potencialidad de ser libres, pero ¿de verdad lo somos?
¿Somos libres cuando actuamos contra nuestra voluntad bajo amenazas, presiones o miedos, para perjuicio de otros?
¿Lo somos cuando actuamos según nuestras adicciones, obsesiones o meras costumbres?
¿Somos libres cuando sitiéndonos ofendidos por alguien cercano, somos incapaces de devolverle bien por mal, bien ante indiferencia, o siquiera bien por bien?
¿Es un acto de libertad el no ser capaz de hacer algo bueno por los demás por desgana o pereza o por no perderse su serie favorita?
¿Actua libremente el que, sabiendo que tener una aventura le puede costar su matrimonio y su familia, se lanza e incluso repite?
¿Es un ser libre el que, teniendo la honra como una de sus posesiones más preciadas, roba o estafa a sus vecinos, compañeros de trabajo o conocidos, hundiendo su reputación de por vida?
Al carecer de libertad somos instrumentos que cediendo a miedos, presiones y debilidades hacemos la voluntad de un grupo o de poderosos, en definitiva, del mundo. Aceptar esto nos va a doler a la mayoría pero ¿quién querría llegar al final de una vida y mirando hacia atrás, descubrir que todo ha sido un auto-engaño?
¿Conocemos a alguien realmente libre?
Yo personalmente no, pero de niño me hablaron de alguien de hace unos 2000 años que era realmente libre y su misión era indicar el camino de cómo llegar a serlo. Esto le costó la vida y no es de extrañar, pues para los que sirvieran al mundo, un hombre que no fuera instrumento sería muy molesto.
No, el hombre no es libre, salvo para soñar con serlo. Pero qué bonito sería...