A las 23.49 del jueves México tembló como no lo había hecho en casi un siglo. Un terremoto de magnitud 8,2 azotó la mayor parte del país, matando a más de 60 personas e hiriendo a cientos en el sur, el epicentro del terremoto. Oaxaca y Chiapas fueron las zonas más afectadas. En la capital, donde viven unos 20 millones de personas, el pánico fue total. El miedo se apoderó de una ciudad en la que recordar la pesadilla del terremoto de 1985, que dejó casi 10.000 muertos, es recurrente. Si la tragedia esta vez no ha sido mayor es debido al terremoto ocurrido mucho más y más, pero a las lecciones aprendidas de esa catástrofe y las medidas tomadas en las últimas tres décadas.
Más de 50 millones de personas, de los 120 millones que viven en México, sufrieron el terremoto y tuvieron que abandonar sus casas de la manera más apresurada. Sin nada. Y si algo llevaban, era miedo. Hace 85 años que un país tan acostumbrado a terremotos como México no registró un terremoto de esta magnitud, aunque la incertidumbre que genera tal choque es tal que las estadísticas son relegadas al fondo. Desde ese momento hasta mediodía del viernes, hubo más de 370 réplicas, la más intensa de 6.1. Desde el principio, el presidente, Enrique Peña Nieto, advirtió que el principal riesgo para el país y las zonas más afectadas fueron las réplicas que se produjeron durante las 24 horas posteriores al terremoto y que en este caso podrían alcanzar una magnitud de siete grados
Hasta el momento la cifra de muertos se encuentra en 61, pero con altas posibilidades de subir en las próximas horas.
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