@anam49)
LIBRO DEL VIAJE A TU CEREBRO EMOCIONAL
Somos seres emocionales o racionales?
Desde tiempos remotos hasta nuestros días, nos hemos hecho infinidad de veces esta pregunta. Hoy podemos afirmar que nuestras emociones y sentimientos esculpen nuestro «mundo más personal», son fundamentales en nuestro comportamiento, para crear nuestra identidad y nuestro estado de salud físico y mental.
Las emociones y sentimientos son los responsables de que tomemos bien o mal nuestras decisiones a lo largo de la vida. En las decisiones más trascendentes, en relación a nuestra supervivencia, no existe siquiera la participación de la razón, y en el resto, decisiones de todo tipo, desde económicas, sociales o de trabajo hasta las éticas y morales, las emociones tienen una participación capital.
Nuestra mente, definida como esa entidad compleja de procesos independientes que se presentan de forma unificada a nuestra conciencia, el pensar, nuestra memoria, nuestra percepción del mundo, la integración de los sentidos, nuestros sueños... Nada de ello escapa a la influencia de nuestro cerebro emocional. Vivir es sentir.
Nuestra mente es lo más propio que poseemos. Deepak Chopra lo expresa de forma increíble a mi entender: «Percibimos la información y la energía de forma objetiva a través del cuerpo y de forma subjetiva a través de la mente.» Y en esa subjetiva e intransferible forma de percibir el mundo, nuestro cerebro emocional marca la diferencia, influyendo en la calidad e intensidad de nuestros recuerdos, de nuestros pensamientos y creencias, de nuestros sueños, de nuestra comunicación..., Incluso es el gran protagonista en determinar nuestra sana longevidad.
Si bien las emociones innatas, como el miedo o el interés, han influido en nuestra supervivencia como especie, las emociones adquiridas, más elaboradas, y los sentimientos, como la envidia, los celos o el orgullo, influyen neurobiológicamente en el estado de salud y, aparte de ayudarnos a sobrevivir, han tenido y tienen como finalidad afianzar las relaciones con nuestros semejantes o distanciarnos de ellos. El cerebro emocional ha determinado nuestra capacidad para interactuar socialmente, característica evolutiva fundamental del ser humano.
Las emociones nos impulsan a «sobrevivir» y a «vivir». Nos impulsan a alejarnos de los peligros y a aproximarnos a lo que detectamos como placentero. Ante cualquier estímulo consciente o inconsciente, las emociones son el punto de
partida de la «puesta en marcha» de los sistemas que preparan el cuerpo y el cerebro para actuar y permitir después que actúe a través del comportamiento. Activan sistemas cerebrales como la atención, la motricidad, el sistema sensorial, los procesos cognitivos; activan el sistema vegetativo para dar información al cuerpo actuando en multitud de vísceras y estructuras vasculares y glandulares; activan el sistema endocrino para disponer de energía.
Desde los primeros meses de vida, las emociones más primarias, como la curiosidad, nos generan interés para escubrir y absorber como esponjas ávidas esa información, que posteriormente se memoriza facilitando el aprendizaje. Nos ermiten no solo almacenar esos recuerdos, sino también rememorarlos en el momento idóneo, para poder tomar decisiones inconscientes de importancia vital, o conscientes asociadas al proceso racional para jugar un papel de especial protagonismo en la toma de decisiones... y si a pesar de todo esto aún te parece poco, además, las emociones marcan absolutamente nuestra comunicación intrapersonal (la observación mental, el pensamiento) y nuestra
comunicación interpersonal. A través de la expresión facial y corporal y a través de «cómo» decimos las cosas, las emociones suponen una influencia del 93% en nuestra comunicación.
En este viaje he querido utilizar el símbolo del «árbol de la vida» emocional como referencia para descubrir los diferentes aspectos de nuestra evolución desde la semilla y raíces ancestrales hasta llegar a la creación de la plenitud afectiva.
En ese proceso evolutivo está claro que no podemos hablar solo de emociones, sino también de la influencia que estas ejercen en las capacidades cognitivas, en las funciones ejecutivas, en las relaciones sociales... Podremos descubrir asimismo la importancia de la influencia del entorno en la construcción de nuestras capacidades y conductas como seres emocionales que somos. Veremos la importancia de la adquisición de competencias emocionales sanas, aprenderemos a disponer de herramientas para facilitarnos nuestra relación social y acabaremos nuestro viaje con
el propósito de autoexigirnos, un poco más y de forma satisfactoria y saludable, para crear posibilidades enriquecedoras, crecer y vivir de adultos y ancianos con la emoción como aliada.
Vivir es sentir, como decíamos, pero se trata de vivir construyendo: una familia, una comunidad, una sociedad, un mundo mejor día tras día. Tu y yo somos responsables de ese proyecto, y si queremos hacerlo posible, será fundamental empezar por una transformación personal sana. ¿Te apuntas?
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