Las relaciones generadas a partir de citas ‘online’ está cambiando la manera en que se relacionan los humanos. Desde que aparecieron estas plataformas los matrimonios interraciales aumentaron, un factor que, según los investigadores, podría mejorar la integración social.
Desde que Tinder apareció en el mercado digital en agosto de 2012, más de 100 millones de personas han descargado esta aplicación (solo en dispositivos con sistema Android) y ha generado más de 20 mil millones de citas en todo el mundo. Está disponible tanto en español, inglés y francés, como en vietnamita, serbio, telugu, ucraniano o bengalí. Sin duda es la aplicación más popular para conocer gente nueva.
Pero, ¿cuáles son los efectos que está generando ese tipo de interacción? Contestar esa inquietud es difícil, pero Jouse Ortega, de la Universidad de Essex, en Reino Unido, y Philipp Hergovich, de la Universidad de Vienna, en Austria, parecen tener indicios muy claros de que esa manera de interactuar está transformando patrones que parecían muy arraigados en algunas sociedades.
La idea en que se basa su trabajo, titulado “La fuerza de los lazos ausentes: integración social por citas en línea”, parte de un argumento sencillo: las citas en línea, que empezaron a popularizarse a principios del siglo XXI y se incrementaron con la aparición de Tinder, han creado nuevas redes de personas que antes eran inexistentes e inimaginables.
Un ejemplo para entenderlo mejor: mientras en las décadas de 1950 a 1990, los matrimonios se gestaban entre personas del mismo grupo social (entre amigos de amigos, compañeros de clase o vecinos) e, incluso, del mismo fenotipo (blancos con blancos, o negros con negros), en los últimos años esas uniones se han transformado. Hoy es mucho más frecuente encontrar parejas que no pertenecen al mismo color de piel ni al mismo contexto social.
Como escriben Ortega y Hergovich en su trabajo, “nuestros hallazgos son consistentes con el incremento de matrimonios interraciales en Estados Unidos en las últimas dos décadas”. Entender la evolución de ese patrón es importante, anotan, porque el matrimonio mixto es considerado una medida de la distancia social en nuestras sociedades, así como la segregación escolar o residencial.
Saltándonos los modelos matemáticos que construyeron y las complejas ecuaciones, estos dos investigadores encontraron que desde que aparecieron las citas en línea, los matrimonios interraciales incrementaron. Si bien comenzaron a aumentar desde hace cincuenta años en EE.UU., desde 1995 el porcentaje de nuevos matrimonios interraciales se disparó.
¿El motivo? Los investigadores intuyen que se debió a la aparición de la primera página web de citas online (match.com). Su hipótesis la refuerza el hecho que cuando se emergió el portal OkCupid en 2004 las cifras crecieron aún más (en esa década pasó de 10.68% a 15.54%).
Pero el gran salto se dio en 2014, cuando el incremento fue 17,2%, un aumento que se mantuvo en 2015. Dos años antes, había salido a la luz Tinder, la aplicación más popular para coordinar citas.
Si bien Ortege y Hergovich aclaran que la aparición de estos sitios web (o aplicaciones) no es el único motivo que podría explicar ese factor (también está, por ejemplo, el hecho de que los americanos blancos se redujeron del 83% al 72% entre 1980 y 2010), las cifras coinciden con su modelo y con su hipótesis. Además, “el cambio en la composición de la población de EE.UU. no puede explicar el gran aumento en los tipos de matrimonios que observamos”.
En su investigación también se percataron de otra cosa. Tras evaluar más de 19 mil matrimonios americanos realizados entre el 2005 y el 2012, concluyeron que las uniones resultado de citas online, son mucho más sólidas que cuando se originan en escenarios tradicionales. “Nuestro modelo predice que, en porcentaje, los matrimonios creados cuando empezaron a aparecer los sitios de citas en línea son más duraderos que en las sociedades que no cuentan con esta tecnología”. Pese a ello, sugieren que es una conclusión que requiere de más soportes.
De ser correcto ese modelo, aseguran, esa tendencia tendría grandes beneficios para las sociedades en términos de integración social e, incluso, para los bolsillos de los matrimonios. Los estudios que se han encargado de examinar el tema muestran, por ejemplo, que los ingresos que recibe una pareja de alguien blanco/a con un asiático/a son 14,4% más altos que los que puede recibir un matrimonio asiático y 18,3% mayores a los que puede tener una unión de dos personas blancas.
Y aunque reconocen las limitaciones de su análisis, en sus conclusiones son claros con sus hallazgos: “Nuestras predicciones”, escriben, “son consistentes con las tendencias demográficas”.
buenos, me gusto el post.
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UNIDOS SOMOS MAS,
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