Se sospecha cuando las cosas van a empeorar. Como un presentimiento, el cuerpo te avisa y casi nunca le hacemos caso.
Hace años, mi cuerpo se negó a comer. Sólo ver una gran porción de comida en mi plato era repulsivo. Siempre fui de contextura delgada, saludablemente delgada (45 kilos) y mi familia me decía:
-Debes comer más!
-¿A dónde vas a llegar mi'ja? si adelgazas más te quedas en puro huesos!
Mi porción de comida se redujo a la mitad para mi satisfacción y por mi voluntad. Algo me decía que las circunstancias política/económica iban trazando un claro camino hacia el desabastecimiento y como lógico desenlace: el hambre.
Unos cuantos años pasaron, la política hizo lo suyo y mi familia perdió peso y masa muscular por circunstancias ajenas a su voluntad. Veo cada día cómo esa voz gruñe desde el estómago y reclama diariamente. Trato de transmitir mis artimañas mentales (porque estoy segura que mucho del hambre está en la mente) pero resulta una difícil tarea y siento pena por ellos. Podría decirles:
-Tenían razón! Soy puros huesos (36 kilos) peeeero... no siento hambre! Y eso, para mí es "valor agregado"
Todas las circunstancias de la vida están ligadas a la toma de decisiones y suena como cosa loca, lo sé, pero estoy convencida, por experiencia propia, que somos lo que pensamos.
Piensa POSITIVO aunque la realidad te dé una paliza. ¿Difícil? ¡Claro! si no lo fuera, todos estaríamos bobitos de puritica FELICIDAD!
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