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Escribo poesía y otra líneas que sean agradables para lectores ocasionales de Steemit.
Continúo este hilo de poesías para darles un refresco de lectura en su día agotador.
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En tus manos y en sus líneas yo siento arar mi destino, siento que camino recto y vendado. He vivido embriagado del aroma de la tierra porque siempre fui ciego, y siento que el color y la existencia cobran justo ahora un sentido muy especial. Porque el mundo nunca presenciaba los astros completos en mi burbuja siniestra. De un día a otro fue que descubrí a mi lumbrera, y he seguido maravillado su calor y consciencia. Y hubieron días que me arrancaron el Sol, alimento de la tierra tan preciada que adoraba naciente de tus manos. Fueron sueños horrendos y, sin embargo, cuando el mundo parecía ahogarme con la mayor angustia, se alzó fuerte e incendiada en la bóveda celeste mi preciosa lumbrera. Y los días y las noches volvieron a sentirse un regalo del presente.
Reparo en que mi espíritu encontró forzadamente algunos menesteres en qué distraer su apariencia muerta del reflejo que naciente en el espejo lo quebraba por dentro. Mi espíritu ha desvanecido bastante, lo noto, fue escurriéndose en sal y encono, pero yo tenía que curarme de tanta maldición que lancé a los aires de mi propio lugar. Hoy, y a pesar de todo ello, me he podido levantar sin desánimo. La memoria de la muerte me parece una página mugrienta y decidí quemarla. Yo espero, y deseo con muchas ansias invadirme del calor de mi lumbrera, pues he odiado mucho este calamitoso invierno. Me recuesto con hartazgo y pienso en lo que no he podido entregarle al calor que mueve mi sangre. Me refiero a los frutos dulces que nacen de mi empeño, siempre arados en amores con esa tierra nívea de la que escribo hoy. Era siempre mi alegría hincarme a ofrecer de mi cuerpo la vida que me circula, tomando y amando la tierra. Me he visto verdaderamente triste sin su canto alegre, su risa tan encantadora. Y es que mi mundo es un lugar muy estático y tan carente de su voz que he decidido lanzarme al mar para buscar como trepar en el horizonte, sentirle cerca y amarle con fruición.